Son ya muchas las veces que he visto en concierto a Vicente Amigo, músico que desde hace años está instalado en la cúspide del planeta guitarrístico por méritos propios. Cada una de esas veces ha sido para mí un momento especial, el del encuentro con un artista mayúsculo, de esos que, a través de mucho trabajo y toneladas de inspiración, trascienden la categoría de los buenos para entrar en la de los verdaderamente grandes, los que hacen que lo difícil parezca sencillo y poseen una genialidad admirable por todo melómano, independientemente de cuál sea su estilo musical preferido. Pues bien, este guitarrista prodigioso pasó anoche por Barcelona para presentar en primicia su nuevo álbum, a punto de ser publicado, y triunfó por todo lo alto en el Palau de la Música Catalana. No podía ser de otra forma, porque después de verle, dudo si es posible tocar la guitarra flamenca mejor de lo que lo hace Vicente Amigo. El músico cordobés se encuentra en un momento creativo pletórico, y lo único que lamento de su actuación es no haberla grabado para escucharla una y otra vez, pues seguro que a través de las sucesivas audiciones podría encontrar matices que, en el embrujo del primer momento, a uno se le escapan. Por suerte, pronto llegará el disco, y eso remediará en parte el problema. Para hacerlo del todo, habrá que esperar una nueva visita del maestro. La de ayer fue un homenaje al flamenco, una muestra de lo que es capaz de transmitir esta música cuando se unen el conocimiento de la tradición, una técnica prodigiosa y mucho sentimiento. Por pedir más, Mensaje, una rumba y Vvencias imaginadas, pero lo que sonó fue tan bueno que dio igual. Un apunte final: el cante de Rafael de Utrera, las percusiones de Paquito González y el baile de El Choro dan aún más lustre al excelso toque de Vicente Amigo. El mejor concierto que he visto desde hace mucho.
Ole:
El tema-título de un gran disco: