Mi más que satisfactorio periplo por el Festival de Jazz de Barcelona de este año concluyó anoche, en el Conservatori del Liceu, lugar donde el gran pianista Fred Hersch y la Orquesta de Jazz de Matosinhos, formación ya convertida en asidua de este certamen, ofrecieron su primera actuación conjunta. Hace unos años, me quedé con las ganas de ver a los portugueses en su concierto con ese guitarrista fuera de serie llamado Kurt Rosenwinkel, así que nada mejor que sacarme esa espina viendo a la orquesta en compañía de uno de mis pianistas favoritos.
Un debut, por mucho que sus protagonistas sean músicos expertos, siempre conlleva riesgos, máxime cuando hay tantas personas sobre el escenario. Sin embargo, desde el principio se vio que los ensayos llevados a cabo en Oporto habían dado su fruto: el repertorio, formado en su mayoría por composiciones propias de Hersch, cobró una nueva vida con los bellos arreglos y la excelente sonoridad de la orquesta lusa. Canciones como Arcata sonaron magníficas, y fue una delicia ver a un poeta del piano como Hersch, cuyo toque es un dechado de técnica, sensibilidad y buen gusto, tan bien compenetrado con la orquesta pese a ser un músico cuyo máximo brillo está en lo íntimo, en las pequeñas formaciones y las distancias cortas. El público, algo frío al principio, no tardó en contagiarse de la calidad del espectáculo, y Hersch fue despedido con la extensa ovación que sin duda mereció. Como bis, interpretó una breve pieza en solitario («los chicos de la orquesta están deseando salir a tomar una cerveza») y nos dejó con ganas de que llegue su próxima visita a Barcelona. Créanme, pocos músicos saben sacar tanta belleza de un Steinway como Fred Hersch. La big band, lejos de diluir su arte, lo amplificó. Digno colofón al que es mi evento cultural favorito de todos los que se celebran anualmente en Barcelona. Primeras figuras, salas muy bien escogidas, sonido excelente e interesantes descuentos para los aficionados en el precio de las localidades. Hasta el año que viene.
Hersch, en solitario, en Barcelona y por Monk:
La OJM, junto a un maestro de la guitarra: