THE TERMINAL. 2004. 128´. Color.
Dirección: Steven Spielberg; Guión: Jeff Nathanson y Sacha Gervasi, basado en una historia de Andrew Niccol y Sacha Gervasi; Dirección de fotografía: Janusz Kaminski; Montaje: Michael Kahn; Dirección artística: Christopher Burian-Mohr; Música: John Williams; Diseño de producción: Alex McDowell; Producción: Walter F. Parks, Laurie MacDonald y Steven Spielberg, para Dreamworks SKG (EE.UU.).
Intérpretes: Tom Hanks (Viktor Navorski); Catherine Zeta-Jones (Amelia); Stanley Tucci (Frank Dixon); Chi McBride (Mulroy); Diego Luna (Enrique Cruz); Barry Shabaka Henley (Thurman); Kumar Pallana (Gupta); Zoe Saldana (Dolores Torres); Eddie Jones (Salchak); Michael Nouri (Max); Jude Ciccolella, Corey Reynolds, Guillermo Díaz, Rini Bell, Stephen Mendel, Valeri Nikolaev, Bob Morrissey, Lydia Blanco, Benny Golson, Buster Williams, Mike LeDonne, Carl Allen.
Sinopsis: Mientras vuela hacia Nueva York, Viktor, un ciudadano de una república ex-soviética, ignora que en su país ha habido un golpe de estado y se ha iniciado un conflicto civil. Esto le convierte en un apátrida, que debe permanecer en la terminal del aeropuerto, sin poder pisar suelo estadounidense ni volver a su patria hasta que se resuelva su situación burocrática.
Después de la brillante Atrápame si puedes, Steven Spielberg regresó a la dirección con La terminal, comedia dramática de aires kafkianos inspirada en el caso de un refugiado iraní que vivió durante más de dos décadas en el aeropuerto Charles De Gaulle. La película es considerada una obra menor dentro de la filmografía de Spielberg, aunque obtuvo una buena recepción en su estreno.
La terminal constituye, a mi criterio, un compendio de las virtudes y defectos de Spielberg como cineasta. En su caso, la capacidad que posee para llevar a terreno propio historias ajenas lo considero más bien un defecto, particularmente visible en Inteligencia artificial, pero también apreciable en ésta su segunda colaboración con Tom Hanks, que esta vez encarna a un ciudadano que se encuentra del todo desamparado en el aeropuerto JFK de Nueva York. Me explico: en su primera parte, La terminal es un film de primera clase, que termina por sucumbir a la socorrida querencia del director por lo melifluo. Viktor Navorski, que así se llama el personaje interpretado por Hanks, pertenece a una especie en vías de extinción en estos tiempos cínicos: es un hombre bueno, al que un cúmulo de circunstancias adversas convierte en un refugiado, prisionero en un aeropuerto internacional, un lugar en el que, por definición, todo el mundo está de paso, excepción hecha de los empleados. Obligado a buscarse la vida, y convertido en la pesadilla particular de Frank Dixon, un alto funcionario del aeropuerto, Navorski huye de su absoluto desamparo construyéndose su propio mundo en las distintas dependencias de la terminal, a la espera de recibir el permiso para entrar en la ciudad de los rascacielos y cumplir una promesa hecha a su padre: obtener el autógrafo de una leyenda viva del jazz, Benny Golson.
Navorski es un perfecto personaje kafkiano, la imagen misma del abandono, de lo solo que puede estar un ser humano rodeado de cientos de personas, un hombre que parece no tener familia, amigos ni nadie en quien apoyarse frente a la adversidad. Abrumado por una extraña situación que no ha provocado y que es incapaz de controlar, perdido en un lugar cuyo idioma desconoce, este personaje surgido de ninguna parte despierta, en primer lugar, desconfianza entre quienes le rodean. En la vida real, difícilmente lograría superar esa primaria reacción ajena ante su caso, pero estamos en una película, y además dirigida por Spielberg. La bondad de Navorski le lleva a encontrar la solidaridad de un grupo de empleados del aeropuerto, para después convertirse en una especie de ídolo para todos ellos, e incluso granjearse las simpatías de una bella azafata de la que se enamora (romance cuyo encaje en la película no puede ser más forzado). En este punto, Kafka ya ha vuelto a su tumba y a La terminal le sobra edulcorante.
Y la cuestión es que Steven Spielberg es un cineasta de primera fila, que maneja los grandes espectáculos con una habilidad poco frecuente y posee un don especial para escoger los planos (muy logrados los cenitales que ilustran el desamparo de Navorski en mitad de un hormiguero de personas) y conseguir que sus obras entretengan al público. Un equipo técnico de lujo otorga a la película un valor añadido, un admirable empaque que no se debe ignorar. Hablando de eso, escuchar a Benny Golson tocando Killer Joe es una maravilla. También me lo parece la escena en la que Navorski ejerce de intérprete ante un ruso que pierde los estribos al negársele el transporte de unas medicinas con destino a Canadá.
En cuanto a los actores, decir que Tom Hanks hace un muy buen trabajo, aunque a uno le queda la impresión de que vuelve a interpretar a Forrest Gump. La labor de Catherine Zeta-Jones resulta difícil de juzgar, dado que su actuación es buena pero su personaje me parece totalmente prescindible. Excelente, como acostumbra, Stanley Tucci, y entre el ramillete de razas, colores y sexos que conforma el plantel de secundarios me quedo con Chi McBride, un actor con capacidad para estar bien allá donde le pongan.
La terminal es, en global, una buena película. Mucho más que eso en su primera mitad, y demasiado blanda en su parte final. Steven Spielberg, en lo bueno y en lo malo.