THE AMERICAN. 2010. 105´. Color.
Dirección: Anton Corbijn; Guión: Rowan Joffe, basado en la novela de Martin Booth A very private gentleman; Dirección de fotografía: Martin Ruhe; Montaje: Andrew Hulme; Diseño de producción: Mark Digby; Música: Herbert Gronemeyer; Dirección artística: Dennis Schnegg (Supervisión); Producción: Grant Heslov, Jill Green, Ann Wingate, George Clooney y Anne Carey, para Focus Features- Smokehouse- This is That (EE.UU).
Intérpretes: George Clooney (Jack/Edward); Violante Placido (Clara); Paolo Bonacelli (Padre Benedetto); Thekla Reuten (Mathilde); Johan Leysen (Pavel); Filippo Timi (Fabio); Irina Bjorklund, Anna Foglietta.
Sinopsis: Un asesino a sueldo, cuyo último trabajo no ha salido como esperaba, se refugia en un pequeño pueblo italiano. Allí, recibe el encargo de montar un arma para otra asesina.
El holandés Anton Corbijn, prestigioso fotógrafo y director de videoclips, consiguió convencer a crítica y público con su primer largometraje de ficción, Control. Su siguiente film, El americano, contó con una superestrella como George Clooney pero tuvo una acogida más tibia.
Si hay algo de lo que no se puede acusar a Corbijn es de ser esclavo de su pasado, porque El americano puede ser muchas cosas, pero no es, ni de lejos, videoclipera. Más allá de los homenajes a Sergio Leone (hay uno explícito, con la proyección televisiva de Hasta que llegó su hora, pero también la escena en la que el protagonista llega al pueblo italiano parece una versión actualizada del inicio de Por un puñado de dólares), la influencia más notoria es la del polar francés, y en concreto de las películas que Alain Delon protagonizó a las órdenes de Jean-Pierre Melville. La escena inicial, que acontece en un gélido paisaje escandinavo, marca el tono de la película, cuyo espíritu es europeo por los cuatro costados. No estamos, desde luego, ante un film de acción norteamericano al uso, sino ante un ejercicio de estilo que me parece más logrado en lo estético (apartado en el que el virtuosismo de Corbijn es indiscutible) que en lo narrativo. El americano cuenta la historia de un asesino a sueldo, pero explica de una manera a mi entender poco convincente los acontecimientos que llevan al protagonista hasta Italia y, sobre todo, los vínculos que le unen con unos empleadores que parecen haberse cansado de él y querer eliminarle. En concreto, que en un pequeño pueblo suceda un tiroteo con resultado de dos muertos, y que el forastero no llegue ni a ser interrogado por la policía, resulta poco creíble.
Para ser la adaptación de una novela, El americano destaca por su escasez de diálogos. Eso, para mí, no es ningún defecto, de no ser por las taras expuestas en el párrafo anterior. De lo de mostrar con imágenes, Corbijn sabe lo suyo: retrata los paisajes, y el rostro de sus protagonistas, de un modo realmente artístico, elige los planos con esmero y, aún así, son contadas las concesiones al esteticismo. Eso sí, de seguir a sus referentes, no habría ninguna (y el idílico paisaje junto al río, descubierto por el forastero y, al parecer, desconocido para los propios nativos, tiene algo de eso). Al ver El americano, tuve la sensación de estar viendo una buena película, pero en la que mucho de lo que sucede lo hace a capricho, sin la necesaria coherencia. Esto no dice mucho del guión, que a mi entender confunde el laconismo con la arbitrariedad. Puedo creerme la amistad entre un asesino en modo crepuscular y el párroco; la relación que el forastero entabla con la prostituta, y el enamoramiento que surge entre ellos, ni me lo acabo de creer ni creo que se explica de un modo satisfactorio. Con todo, la película no resulta aburrida y se ve con interés: las escasas escenas de acción pura están bien resueltas y el resto no desentona, por mucho que hayamos visto una y mil veces la historia de un hombre solitario enfrentado a los fantasmas de su pasado.
El protagonista absoluto de la película es un George Clooney que ya hacía tiempo que había demostrado ser más que un galán, pero al que se agradece su querencia por ofrecer nuevos registros y no encasillarse en la fórmula de su éxito. Su interpretación, muy contenida, es de mérito. El veterano Paolo Bonacelli luce su buen hacer en el papel del párroco. En cuanto a Violante Placido, su belleza es tal que me resulta difícil valorar su interpretación, máxime cuando su personaje me parece tópico y artificioso. Johan Leysen da vida de modo convincente a un veterano, y a Thekla Reuten me cuesta más creérmela.
El americano contiene muchos de los elementos necesarios para ser una gran película, pero no lo consigue por culpa de un guión inconsistente. No es un simple pastiche manierista, ni el thriller de ritmo cansino que otros han querido ver, pero se queda a medio camino de lo que podría haber sido.