El Tribunal Supremo, nave nodriza del progresismo hispánico, acaba de dar una nueva prueba de que es necesario democratizar la justicia. La condena a un año de prisión que se ha dictado contra César Strawberry, líder de Def Con Dos, además de ser difícilmente compatible con lo que debería ser un estado de Derecho, comete el error de confundir el mal gusto con un hecho criminal, cosa que resulta inadmisible en cualquier caso pero que, ya puestos, los altos tribunales españoles también deberían hacer, y no hacen, cuando los humillados, amenazados, insultados y ofendidos son de una cuerda ideológica distinta a la de la gran mayoría de los jueces que están arriba en el escalafón. Twitter, y esto debería tenerlo presente todo el mundo, no es el bar donde quedas con tus colegas para rajar a gusto, pero que unos jueces de mentalidad predemocrática (qué coño, franquista) condenen (a según quién, por supuesto) por lo que se dice, independientemente de la trayectoria personal del que lo hace y del contexto en el que se expresan las opiniones que se juzgan ofensivas, va contra la misma esencia del derecho a la libertad de expresión. Hay que lavar unas cuantas togas que huelen a podrido por la propia salud democrática de este país. Si nos prohíben el sarcasmo, ya sólo nos quedará el vómito. Y eso mancha mucho más, queridos jueces, así que ustedes mismos. Como despedida, un poco de música: