Dice la sabiduría popular que de buenas intenciones están los cementerios llenos. Esta frase me ha venido a la cabeza cuando he visto el cartel anunciador de un concierto en ayuda de los refugiados, cuyo primer nombre es el del cantautor, ahora diputado de Junts pel No-Res, Lluís Llach (Luis Lago, para su legión de detractores, cuyo buen oído musical no puedo sino alabar). Visto lo visto, es de suponer que los organizadores del sarao han abrazado la doctrina Trump, y lo que quieren de verdad es que no vengan más refugiados y se vayan los que hay. En todo caso, les recomiendo que la próxima vez promocionen sus espectáculos utilizando como gancho principal a alguien cuya voz se parezca más a la de un tenor que a la de una cabra.