SIGNS. 2002. 106´. Color.
Dirección: M. Night Shyamalan; Guión: M. Night Shyamalan; Dirección de fotografía: Tak Fujimoto; Montaje: Barbara Tulliver; Música: James Newton Howard; Dirección artistica: Keith P. Cunningham; Diseño de producción: Larry Fulton; Producción: Frank Marshall, Sam Mercer y M. Night Shyamalan, para Blinding Edge Pictures-The Kennedy/Marshall Company-Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Mel Gibson (Graham Hess); Joaquin Phoenix (Merrill Hess); Rory Culkin (Morgan Hess); Abigail Breslin (Bo Hess); Cherry Jones (Agente de policía); M. Night Shyamalan (Ray); Patricia Kalember (Colleen); Ted Sutton, Merritt Wever, Lanny Flaherty, Marion McCorry.
Sinopsis: Graham es un reverendo que ha colgado los hábitos tras perder la fe a causa del accidente mortal de su esposa. Vive en una granja, con sus dos hijos y su hermano menor. Una noche, empiezan a oírse ruidos extraños en el lugar, y Graham descubre la aparición en sus tierras de unas inscripciones de origen desconocido.
Aunque funcionó bien en taquilla, Señales fue la película que rompió el hechizo Shyamalan, el aura de genialidad en la que, de forma casi unánime, se envolvió al director después del impacto generado con El sexto sentido. Señales marca el inicio de una trayectoria descendente pocas veces interrumpida desde entonces.
Uno de los sobrenombres que se le adjudicaron a Shyamalan después de su tercera película fue el de nuevo Spielberg, pues en él se adivinaba la capacidad de hacer películas que arrasaran en taquilla y gozaran, al tiempo, de un importante reconocimiento crítico. Cierto es que, en Señales, se perciben varios elementos de Encuentros en la tercera fase., e incluso algunos de Tiburón (esa amenaza latente, que mucho asusta pero apenas aparece en pantalla), pero en la película de Shyamalan están más visibles los defectos de su referente que sus incuestionables virtudes. No es que el director de origen indio haya olvidado sus mejores cualidades, entre las que destaca la capacidad de crear tensión mediante un uso inteligente de los golpes de efecto, pero aquí el tema clave de su filmografía (un entorno cerrado y pacífico que se ve sacudido por una amenaza exterior de origen desconocido) se pone al servicio de una historia que parece sacada de un capítulo no especialmente ingenioso de Expediente X o, lo que es peor, del episodio semanal de Cuarto milenio. El film arranca muy bien, con una primera escena impactante y una puesta en situación que demuestra buena capacidad de síntesis, pero el interés va decayendo poco a poco hasta llegar a un final que, al contrario de lo que ocurre en los mejores films de Shyamalan, es convencional y poco ingenioso. El director se toma muy en serio su historia, en la que no hay ni una pizca de sentido del humor, y no debería, porque eso de que los extraterrestres posean armamento capaz de arrasar la Tierra pero renuncien a emplearlo, o de que decidan invadir un planeta cuyas tres cuartas partes las cubre un elemento que les es hostil, se me antojan recursos un tanto pobres. En Señales queda claro que Shyamalan es mejor director que guionista, característica que su filmografía posterior se encargó de confirmar. Y qué quieren que les diga, si el mensaje final es que hay que mantener la fe, o recuperarla si se ha perdido, no me hace menos partidario de una invasión alienígena de lo que ya lo era antes del visionado de esta película.
Ojo: técnicamente Señales está muy bien: habituales colaboradores del director, como Tak Fujimoto y, sobre todo, el compositor James Newton Howard, que factura una notable banda sonora, rinden a un nivel similar al demostrado en las obras mayores de Shyamalan. Pero cuando es la historia la que falla, estos elementos brillan con menos intensidad.
Imagino que Mel Gibson estaría encantado con ese papel de reverendo descreído a causa de una terrible tragedia que recupera la fe gracias a unos marcianos, pero no estamos ante una de sus mejores interpretaciones, por mucho que el hombre se esfuerce en darle peso dramático a un personaje muy trascendente sobre el papel, pero que cojea de forma notoria. Joaquin Phoenix, que repitió con el director en El bosque, está algo mejor, pero parece no enterarse demasiado de qué va la copla. De los niños, Rory Culkin y Abigail Breslin, me quedo con la fémina, sólo porque resulta menos repelente. No hay más que añadir en el apartado interpretativo. O sí: el único punto de ironía, posiblemente involuntaria, de la película radica en que el director se reserva para sí el papel del causante involuntario de la tragedia del protagonista.
Señales constituyó, vista hoy, la abrupta interrupción de la ruta de M. Night Shyamalan hacia el Olimpo hollywoodiense. El misterio se transformó en esoterismo de medio pelo, y el talento del director, que no niego, palideció al ser utilizado para filmar un guión francamente mejorable.