Mi primera visita del año al Jamboree se ha hecho esperar bastante, por diversas razones. Las siguientes serán menos esporádicas, a la vista de las actuaciones programadas, aunque se agradecería que el descenso del IVA se hiciera notar en el precio de las entradas. Cuestiones ético-estético-crematístico al margen, la de anoche era una cita obligada, pues actuaba en el sótano de la Plaza Real uno de los más importantes tríos pianísticos de nuestra época, el que lidera Aaron Parks. El pianista de Seattle llevaba varios años sin acudir a Barcelona al frente de su propia banda, aunque en este blog ya he tenido ocasión de elogiar su talento cuando actuó, allá por 2013, acompañando a Kurt Rosenwinkel.
Parks es un pianista lleno de buen gusto y capacidad de improvisación, que ya me impresionó hace casi una década con su disco Invisible cinema. Hace un par de días vio la luz su nuevo álbum, del que desgranó varias piezas para el público barcelonés. Su momento creativo es excelente, y allí están canciones como Melchiades (inspirada por el personaje de Cien años de soledad) para demostrarlo. Al presentar a su banda, Parks dijo que su batería, nada menos que Billy Hart, pertenece a la realeza del jazz. El trío entero, que completa el contrabajista Ben Street, merece esa consideración. El concierto fue más largo de lo que es habitual en los pases del Jamboree, pero aún así el público quería más, y el pianista reapareció en el escenario para interpretar en solo Melancholia, de Duke Ellington, que puso el broche de oro a una actuación que dejó claro que el trío de Aaron Parks está en la primera fila del jazz internacional. Si alguien lo duda, que escuche Alice, la pieza que este cerebro privilegiado dedica a Alice Coltrane, en la que Parks se muestra a la altura de sus grandes referentes, como Fred Hersch o Brad Mehldau, y lo compruebe por sí mismo.
En la misma sala, hace ya unos años:
Una de las joyas de Invisible cinema: