Parece que en las Españas se han dado cuenta de que en Cataluña se adoctrina a los escolares a través de los contenidos de los libros de texto. Lo mismo cualquier día se enteran de que España no ganó el Mundial de Naranjito, época de la que arrancan estos lodos, nunca hay que perder la esperanza… pues sí, los niños son adoctrinados. En Cataluña, en España, en Corea del Norte, en Irán, en Trinidad y Tobago y en Noruega. Forma parte de la naturaleza humana el querer inculcar nuestros valores a quienes han de sucedernos, aunque esos valores sean, en la mayoría de los casos, una puta mierda. Que en la enseñanza obligatoria se ofrece a los alumnos catalanes una visión de la historia partidista y tendenciosa, que brinda al respetable relatos de hechos como la Guerra dels Segadors, la Guerra de Sucesión española o la Guerra de la Independencia (por aquí la llaman del francés, lo cual a mí me suena a mamada) que rozan lo vomitivo, es algo que sabemos desde hace años incluso quienes no tenemos hijos escolarizados y damos gracias cada día de que eso no nos haya ocurrido. ¿Y saben qué les digo? Que ojalá fuera ese el mayor problema educativo que tuviéramos por aquí. Me preocupa más el bajísimo nivel, que ningún ministro o consellera de Educación se haga el harakiri cada vez que se publican los resultados del informe PISA, que se sobreproteja al alumno ceporro en detrimento del inteligente, que la educación musical y las llamadas ciencias humanas tengan un tratamiento tan penoso dentro de la enseñanza obligatoria (y de la sociedad en general, si a eso vamos) y que quienes, a pesar de todo, nos salen brillantes, no tengan mejor futuro que escapar del país en el que se han formado. Les diré por qué no soy independentista: me basta con un país de mierda. Con dos, no puedo. Y a los arquitectos del nuevo no les encargaría ni construir una chabola. Así que visca Catalunya, viva España, y que les den bien a ambas.