EN KONGELIG AFFAERE. 2012. 137´. Color.
Dirección: Nikolaj Arcel; Guión: Rasmus Heisterberg y Nikolaj Arcel, basado en la novela de Bodil Steensen-Leth; Director de fotografía: Rasmus Videbaek; Montaje: Kasper Leick y Mikkel E.G. Nielsen; Diseño de producción: Niels Sejer; Música: Gabriel Yared y Cyrille Aufort. Dirección artística: Martin Kurel; Vestuario: Manon Rasmussen; Producción: Sisse Graum Jorgensen, Meta Louise Foldager y Louise Vesth, para Zentropa Entertainments- Danmarks Radio- Trollhättan Film AB- Sirena Film- Sveriges Television (Dinamarca-Suecia).
Intérpretes: Mads Mikkelsen (Johann Struensee); Alicia Vikander (Reina Carolina Matilde); Mikkel Boe Folsgaard (Rey Cristian VII); Tryne Dyrholm (Juliana María); David Dencik (Ove Hoegh-Guldberg); Thomas Uwe Gabrielsson (Rantzau); Cyron Bjorn Melville (Brandt); Bent Mejding (Bernstoff); Harriet Walter (Princesa Augusta); Laura Bro (Louise Von Plessen); Soren Malling (Hartmann); Jakob Ulrik Lohmann, John Martinus, Soren Spanning, Frederik Christian Johansen, Rosalinde Mynster, Nikol Kouklova, Egob Nielsen.
Sinopsis: Una aristócrata inglesa es escogida para ser la esposa de Christian, el joven rey de Dinamarca allá por la séptima década del siglo XVIII. La nueva reina no tarda en descubrir que su cónyuge es un ser desequilibrado y pusilánime, dominado por la nobleza y la Iglesia. El panorama cambia cuando aparece en la corte Johann Struensee, un médico alemán de ideas ilustradas.
Sin duda, la cinematografía danesa es una de las que ha producido más películas de calidad en Europa en lo que llevamos de siglo. A los conocidos nombres de Lars Von Trier, Thomas Vinterberg o Susanne Bier se unen cada cierto tiempo otros, como el del guionista metido a director Nikolaj Arcel, que confirman la buena salud cultural del país escandinavo. Un asunto real recrea un célebre episodio de la historia danesa que se enmarca dentro de los cambios que la Ilustración introdujo en la Europa del siglo XVIII, y constituye una de las últimas noticias felices que nos ha dado eso que da en llamarse cine de época.
En lo político, la historia que cuenta Un asunto real ha ocurrido, y sigue ocurriendo, en todas partes, porque se trata de la lucha entre lo avanzado y lo retrógrado. En la película, esta historia adopta la forma de una justificación, la de una reina desterrada hacia los hijos que le fueron arrebatados y que, quizá, algún día ocupen el trono. En todo momento, el punto de vista de la narración es el de la reina Carolina, que llegó a la corte danesa sin haber salido jamás de su país natal, Inglaterra, y se encontró con un marido aquejado de un evidente desequilibrio mental y con un país anclado en la Edad Media, en el que los nobles y el clero hacían y deshacían a su antojo mientras gran parte del pueblo vivía en condiciones miserables. El primer giro importante se produce cuando unos nobles de talante progresista piden a Johann Strunsee, un joven médico alemán cuyo ideario coincide de lleno con el de la Ilustración, que opte a ser médico en la corte. Strunsee resulta ser el único de los candidatos con capacidad para aplacar los arranques histéricos del monarca, razón por la que consigue el puesto. Convertido primero en compañero de juergas del rey, pronto el médico empieza a utilizar su influencia para promover reformas políticas y sociales que desagradan en lo más profundo a quienes en la práctica gobiernan el país. Para colmo, Strunsee y la reina se enamoran y se convierten en amantes. Ésa será la grieta que aprovechen los elementos reaccionarios para volver a imponer su retrógrado orden.
Diré, en primer lugar, que el film está muy bien narrado: el guión consigue que lo íntimo y lo político se complementen y se expliquen entre sí con elogiable precisión. Las situaciones y diálogos carecen del envaramiento que suele lastrar a muchas películas de época, y es de alabar la capacidad de expresar lo universal a través de lo local. Las inevitables alusiones a Hamlet, a los grandes ideólogos de la Ilustración o a la historia del corte del rey Arturo no están en absoluto forzadas, sino que son necesarias para comprender lo que sucede en pantalla. Strunsee es, en muchos aspectos, como Sir Lancelot, y su influencia en palacio llega a ser tan grande como la que siglos después tendría Rasputín en la Rusia prerrevolucionaria. La diferencia es que el doctor utiliza el poder adquirido para bien, buscando un reparto más equitativo de la riqueza, una mayor libertad y una mejora general de las condiciones de vida del pueblo. Un pueblo que, como en todas partes y en todas las épocas, es muy fácil de manipular por quienes nunca han retrocedido ante nada con tal de mantener sus privilegios.
Tampoco en lo artístico pueden encontrarse muchos defectos a Un asunto real: hay en ella belleza, además de verdad. El nivel demostrado por Rasmus Videbaek es alto, y no le van a la zaga la escenografía y el vestuario, terrenos capitales para que una obra de este tipo resulte creíble. El estilo es sosegado, pero no cansino: las dos horas y cuarto de proyección son una necesidad, no un exceso. De otra forma, la película quedaría coja.
Por último, las interpretaciones son de categoría. Es de sobras conocida la calidad como actor de Mads Mikkelsen, que aquí incorpora de nuevo a uno de esos personajes trágicos que tan bien se le dan, pero la labor de Alicia Vikander, que es el vértice sobre el que gira la película, así como la de Mikkel Boe Folsgaard es, como mínimo, tan destacable como la de la estrella más conocida. Vikander posee una belleza y un talento que la emparentan con actrices del calibre de Natalie Portman, y Folsgaard hace una labor admirable en una interpretación a medio camino entre el John Hurt de Yo, Claudio y el Tom Hulce de Amadeus. El plantel de secundarios es también de altura: Tryne Dyrholm y David Dencik, dos de los malvados principales, hacen un trabajo que aumenta el valor de la película.
Un asunto real es una excelente película, que ha concedido un merecido prestigio a un cineasta, Nikolaj Arcel, al que no se debe perder de vista.