Que sí, que hubo moción de censura… para mí, se trata de un nuevo episodio de la ruta hacia la irrelevancia que, con una alegría que no consigo entender, ha emprendido Podemos desde ese infausto congreso bautizado como Vistalegre II. Más allá de para cantarle las verdades del barquero al partido en el gobierno, la utilidad de una moción de censura reside en que el candidato se muestre como una verdadera alternativa. Para decir que el Partido Popular es una organización intrínseca y totalmente corrupta, no hacían falta esas alforjas: quien quiere saberlo, lo sabe desde hace años. A los demás, asumámoslo, les da igual. Los apoyos obtenidos por Podemos en la votación no sólo restan, sino que, a los ojos de la mayoría de los votantes, te descalifican de manera automática para gobernar España. Así pues, Podemos asume el papel de mosca cojonera de la derechona gobernante, rol necesario, pero a la larga demasiado cómodo, además de insuficiente para satisfacer las expectativas levantadas, y renuncia en la práctica a metas mayores. Para esto, ya teníamos a Izquierda Unida, que es en lo que estos chicos que prometían tanto acabarán convirtiéndose.