2013: ESCAPE FROM L.A. 1996. 98´. Color.
Dirección: John Carpenter; Guión: John Carpenter, Debra Hill y Kurt Russell, basado en personajes creados por John Carpenter y Nick Castle; Director de fotografía: Gary B. Kibbe; Montaje: Edward A. Warschilka; Música: Shirley Walker y John Carpenter; Dirección artística: Bruce Crone; Diseño de producción: Lawrence G. Paull; Producción: Debra Hill y Kurt Russell, para Rysher Entertainment-Paramount Pictures (EE. UU.).
Intérpretes: Kurt Russell (Serpiente Plissken); Stacy Keach (Comandante Malloy); Steve Buscemi (Mapa a las estrellas Eddie); Cliff Robertson (Presidente); George Corraface (Cuervo Jones); A.J. Langer (Utopía); Valeria Golino (Taslima); Pam Grier (Hershe); Peter Fonda (Pipeline); Michelle Forbes (Brazen); Bruce Campbell (Cirujano jefe); Peter Jason, Jordan Baker, Paul Bartel, Jeff Imada, Leland Orser, Robert Carradine.
Sinopsis: El convicto Serpiente Plissken es enviado a Los Ángeles, convertida en isla tras un terremoto y, posteriormente, en centro de deportación de la nueva América fascista, para recuperar el valioso cargamento que esconde una maleta robada por Utopía, la hija rebelde del presidente, para ponerla en manos de Cuervo Jones, un revolucionario que desea invadir los Estados Unidos.
Dieciséis años después de su película de culto 1997: Rescate en Nueva York, John Carpenter abordó una secuela que mantuvo las coordenadas básicas de su predecesora, modificando, eso sí, el ámbito temporal y geográfico de la acción. Lo que salió fue un film entretenido y gamberro que, con todo, no logró igualar la calidad y el éxito de la primera versión.
Lo que hace Carpenter es poner la chulería de uno de sus personajes-fetiche, Serpiente Plissken, al servicio de una descarnada, y por momentos tristemente profética, sátira de la Norteamérica contemporánea. En un prólogo que alberga los mejores efectos especiales de toda la película, se nos anuncia que, en el año 2000, un gigantesco terremoto provoca la separación de la ciudad de Los Ángeles, convertida en el templo de la violencia y la criminalidad, del resto de los Estados Unidos. El gobierno federal, teocrático y reaccionario, aprovecha la catástrofe para convertir a la nueva isla en una gigantesca prisión, a la que deporta a todos los elementos socialmente indeseables. En ella, quien impone su ley es un revolucionario, Cuervo Jones, al que se une, portando un cargamento que puede provocar la destrucción de los Estados Unidos, la hija rebelde del presidente de la nación. Ahí entra en juego Plissken, que es obligado a entrar en Los Ángeles para recuperar la valiosa maleta.
2013: Rescate en Los Ángeles es una de esas películas que, si la corrección política te produce urticaria y eres de los que piensan que hay pocas cosas en la vida que merezcan ser tomadas en serio, te hacen disfrutar. Quienes carezcan de estas dos sacrosantas cualidades, poco jugo podrán extraerle a esta obra de un cineasta que supo trasladar a la ciencia-ficción y el terror muchos de los elementos distintivos del western. Serpiente Plissken presenta infinidad de rasgos que le emparentan directamente con los protagonistas de los films que forman la Trilogía del dólar, de Sergio Leone, sólo que en un mundo posmoderno, desquiciado y violento que dos fascismos, el de la América reaccionaria (sin tabaco, alcohol, drogas, sexo fuera del matrimonio ni carne roja: viva la libertad) y el despotismo revolucionario que encarna Cuervo Jones, intentan dominar a su antojo. Carpenter entiende que lo contrario de una mierda no es un perfume, sino otra mierda distinta, e impregna de mala baba (véanse las ruinas de los estudios Universal o del mismo Hollywood, la diatriba contra la cirugía estética, por no hablar de la nueva utilidad de Disneylandia) una película que, cuando cabalga a lomos de la acción, se sumerge en el despropósito, por mucho que éste se perciba autoconsciente. Algunas escenas (la del surf, sobre todo) son un puro dislate, ciertos efectos digitales (véase la misma secuencia) ya nacieron viejos, y en general el guión es tan verosímil como una declaración judicial de Félix Millet. Sin embargo, la película no aburre jamás, y Carpenter es uno de los nuestros. Confieso mi debilidad por el tema-título de la primera versión, que aquí se repite algo más modernizado, y eso ayuda a mejorar mi visión de un conjunto en el que las intenciones están por encima de los resultados, pero que posee el espíritu, y a veces (ese gran final) la calidad de la mejor serie B.
Uno de los principales artífices del proyecto fue un Kurt Russell deseoso de darle nuevos bríos a una carrera en claro descenso. Serpiente Plissken es un valor seguro, y su mezcla de chulería y choteo, un caramelo para tíos duros con sentido del humor. El plantel de secundarios incluye estrellas en decadencia, jóvenes rostros de escasa enjundia y actores de primera fila, como Steve Buscemi, que a veces parecen estarse preguntando qué hacen allí pero que le dan lustre a la película. Lo mejor, Cliff Robertson en el papel de un pre-Donald Trump digno de fusilamiento inmediato, y Stacy Keach como tipo duro del Pentágono cargado de socarronería. Qué pinta en todo esto el personaje interpretado por Peter Fonda sería materia más propia para Iker Jiménez.
John Carpenter, director irregular incluso en sus mejores tiempos, ya daba muestras de decadencia, pero consiguió facturar un digno remake, cuyo espíritu subversivo le redime de sus diversos pecados. Ojalá se atreva a hacer un 2029: Rescate en El Paso, igual de delirante que su Plissken angelino.