THE LONG RIDERS. 1980. 100´. Color.
Dirección: Walter Hill; Guión: Bill Bryden, Steven Phillip Smith, James Keach y Stacy Keach; Director de fotografía: Ric Waite; Montaje: Freeman Davis Jr.y David Holden; Música: Ry Cooder; Diseño de producción: Jack T. Collis; Dirección artística: Peter Romero; Producción: Tim Zinnemann, para United Artists (EE. UU.).
Intérpretes: David Carradine (Cole Younger); Keith Carradine (Jim Younger); Robert Carradine (Bob Younger); James Keach (Jesse James); Stacy Keach (Frank James); Randy Quaid (Clell Miller); Dennis Quaid (Ed Miller); Kevin Brophy (Bob Younger); Harry Carey Jr. (George Arthur); Christopher Guest (Charlie Ford); Nicholas Guest (Bob Ford); Pamela Reed (Belle); Shelby Leverington (Annie Ralston); Felice Orlandi, James Remar, Fran Ryan, Savannah Smith, Amy Stryker, James Whitmore Jr., Edward Bunker, Chris Mulkey, Tim Rossovich.
Sinopsis: Crónica de las andanzas de la banda de Jesse James, posiblemente la de más fama en los Estados Unidos una vez finalizada la Guerra de Secesión.
Era del todo previsible que un cineasta como Walter Hill, interesado en la épica y la violencia, encontrara en el western un terreno propicio para formular su discurso. Después de Los amos de la noche (The Warriors), Hill abordó un proyecto de encargo, inspirado en las andanzas del bandido Jesse James, que supo llevar con acierto a su terreno. Se trata de Forajidos de leyenda, un film del Oeste rodado en plena decadencia del género y que participa de lleno de la visión crepuscular que se impuso a partir de la retirada (o el fallecimiento) de los grandes clásicos como Ford, Hawks, Walsh o Mann.
En The long riders, Hill se revela como el discípulo de Sam Peckinpah que siempre fue, aunque el aliento de tan ilustre referente se percibe más en la estética (aunque en el vestuario sea más patente la huella de otro gran transformador del western, Sergio Leone) que en el enfoque, llamémosle ideológico, de la narración. Es obvia la influencia de Grupo salvaje en Forajidos de leyenda, pero allí donde Peckinpah imponía el nihilismo y la mitología del perdedor, Hill se decanta por una visión más típica, pero menos inspirada, de las andanzas de una cuadrilla de bandidos, quizá la más famosa de la historia de Norteamérica. Ambas películas comienzan con un atraco que se tuerce y con una frenética huida a caballo, pero a partir de ahí la que nos ocupa se inclina por un cuadro más costumbrista, en el que la música de Ry Cooder, cuyos conocimientos del folklore tradicional estadounidense son enciclopédicos, brilla por encima de todo lo demás. Aunque la película no se hace, ni de lejos, larga, he de decir que algunas escenas de música y baile me parecen prescindibles y restan ritmo a una película que, en todo lo demás, posee la fuerza del Walter Hill de sus primeros (y mejores) tiempos. Como su maestro, Hill se explaya en mostrar la violencia a cámara lenta, alternando con bellos planos generales de los paisajes del Oeste, entre los que destaco el de la comitiva fúnebre. Con todo, lo mejor de la película, la parte donde sí se alcanza la magnificencia de Grupo salvaje, está en el fallido atraco al banco de Minnesota., tras el que la banda de los James y los Younger se descompone. Quizá el gran tema de la película, y de casi toda la filmografía de su director, resida en la querencia norteamericana por resolver los conflictos de forma violenta, pero también se abordan cuestiones como la lealtad fraternal, el choque entre la ética de los pioneros y las formas de actuar más civilizadas o la manera en que la prensa retrata a quienes se sitúan fuera de la ley. Algunas de ellas, eso sí, de un modo demasiado superficial dentro de un film que ofrece lo mejor de sí mismo cuando se decanta por el espectáculo. Entre acción y reflexión , el punto fuerte de Walter Hill está claro.
Uno de los sellos distintivos de Forajidos de leyenda consiste en que narra las fechorías de unos bandidos que son a la vez grupos de hermanos, y está asimismo protagonizada por actores que también lo son en la vida real: los Keach, de quienes parte la idea de la película, los Carradine, los Quaid y, de un modo más testimonial, los Guest. De todo hay: James Keach se me queda corto en el papel del líder de la banda, Jesse James; en cambio, su hermano Stacy es de lo mejorcito del reparto. Por su parte, David Carradine cumple con nota en la piel de un personaje que, en varios aspectos, recuerda a otro mito del Oeste, Doc Holliday, y sus hermanos Keith y Robert tampoco fallan. Bien los Quaid, aunque el papel del aquí jovencísimo Dennis podría haber dado algo más de sí, y más discretos los Guest, que interpretan a los hermanos Ford. Los papeles femeninos tiene poca entidad, y en eso el film respeta los tópicos del western: las mujeres son amantes madres y esposas, o prostitutas. De ellas, Pamela Reed es quien más y mejor luce en pantalla. No pasaré por alto las breves apariciones de James Remar, Edward Bunker y Chris Mulkey, ni las de míticos secundarios del western como Harry Carey Jr. o James Whitmore.
Forajidos de leyenda no es una película excelente, pero sí uno de los escasos westerns de entidad producidos en las cuatro últimas décadas que no lleva la firma de Clint Eastwood. No está a la altura de las mejores obras de éste, o del mencionado Sam Peckinpah; no obstante, es un interesante homenaje-revisión a un género que, pese a algunos logros puntuales, lleva décadas sin gozar del favor del público mayoritario. Por lo que a mí respecta, ver un buen western me parece un excelente modo de pasar el tiempo.