BAKEMONO NO KO. 2015. 119´. Color.
Dirección: Mamoru Hosoda; Guión: Mamoru Hosoda; Montaje: Shigeru Nishiyama; Música: Masakatsu Takagi; Dirección artística: Yoichi Nishikawa, Takashi Omori y Yohei Takamatsu; Diseño de vestuario: Daisuke Iga; Producción: Genki Kawamura, Yuichiro Sato, Takuya Ito y Atsushi Chiba, para Studio Chizu-NTV-Toho Company-Dentsu-Kadokawa- D.N. Dream Partners (Japón).
Intérpretes: Aoi Miyazaki (Voz de Kyuta niño); Shota Sometani (Voz de Kyuta/Ren); Koji Yakusho (Voz de Kumatetsu); Suzu Hirose (Voz de Kaede); Mamoru Miyano (Voz de Ichirohiko); Masahiko Tsugawa (Voz del Gran Señor); Kazuhiro Yamahi (Voz de Iozan); Yo Oizumi (Voz de Tatara); Kumiko Aso (Voz de la madre de Kyuta); Keishi Nagatsuka (Voz del padre de Kyuta); Kappei Yamaguchi (Voz de Jiromaru); Lily Franky (Voz de Hyakushubo).
Sinopsis: Ren es un niño que, tras la muerte de su madre, que cuidaba de él después del divorcio de sus padres, se niega a vivir con sus tutores legales. En su escapada, se introduce en el mundo paralelo de las bestias, en el que Kumatetsu, un guerrero egoísta y malcarado, le acoge para que sea su aprendiz.
Coleccionista de galardones en el Festival de Sitges, Mamoru Hosoda es uno de los directores más talentosos que ha dado el siempre interesante cine de animación japonés en el siglo XXI. El niño y la bestia, una épica historia de aprendizaje, es su última película estrenada, y también la más taquillera de su trayectoria.
Por resumir una historia que, a lo largo del metraje, va haciéndose más compleja, El niño y la bestia trata de dos seres unidos por el desarraigo: un joven sin referentes familiares y un guerrero a quien todos reconocen su valor, pero cuyo carácter imposible hace que nadie quiera ser su aprendiz, algo que necesita para optar a la máxima jerarquía en el mundo de las bestias. Por eso, Kumatetsu, que así se llama el guerrero, decide adoptar a ese niño humano que ha encontrado por casualidad. La falta de fuerza y destreza de éste, y la incapacidad del guerrero para transmitir unos conocimientos que él adquirió sin ayuda, hace que la relación entre ambos sea tirante, y amenace con romperse desde sus mismos inicios. Sin embargo, algo convence a Ren, el niño al que el guerrero rebautiza como Kyota, de quedarse con Kumatetsu: en un duelo con Iozan, su máximo rival, en mitad de una plaza pública llena de gente, nadie apoya a su proyecto de mentor. Como él, Kumatetsu está solo, y eso será lo que les una. Se inicia entonces una historia de aprendizaje, que en este caso es mutuo: el viejo aprenderá tantas cosas del joven como al revés, y ambos harán mejor al otro. Cuando Ren regresa al mundo de los humanos, lo hace como un muchacho fuerte y decidido, que sólo necesitará mejorar su instrucción académica para destacar en la sociedad. De instruirle en los libros se encarga Kaede, una muchacha que sufre acoso escolar.
Hay muchas cosas llamativas en esta película: en primer lugar, la calidad de sus dibujos, que resulta impactante y deja claro, en especial en las escenas finales, que lo tradicional no está reñido con el espectáculo. Quizá la película juegue a demasiadas cosas y haya aspectos cuya aportación resulte discutible, como el reencuentro de Ren con su padre, pero El niño y la bestia, a mi parecer un film de animación claramente adulto, sale airosa de casi todos los desafíos que se propone. Se trata de una película interesante a nivel ético (aquí, hay que resaltar el hecho de que lo que diferencia a los humanos de las bestias sea la oscuridad que anida en en el alma de los primeros), con un envoltorio formal de primera clase y un indiscutible sentido del espectáculo, que da lo mejor de sí en las escenas en las que Ichirohiko, el hijo mayor de Iozan, revela su villanía y siembra el caos en ambos mundos. El mensaje puede resultar obvio, e incluso conservador, al subrayarse con claridad la importancia de la figura paterna, la película da lo mejor de sí cuando Kyota y Kumatetsu coinciden en pantalla, y en general cuando el film se desarrolla en el mundo de las bestias y no en el de los humanos, resultando más flojos y convencionales los personajes de nuestra especie que las bestias. No obstante, la película está muy bien narrada, y no me parece que sus dos horas de metraje sean un exceso. La música acompaña la acción sin destacar especialmente, y las voces están muy trabajadas, sobresaliendo especialmente la de Koji Yakusho, que hace que al ver y oír a Kumatetsu nos vengan a la cabeza los samurais de las películas de Kurosawa.
Nueva demostración de que no todo lo interesante del cine de animación japonés está en Ghibli, El niño y la bestia no es una película redonda, pero se le acerca bastante, y confirma el talento de un director cuyas propuestas van haciéndose cada vez más ambiciosas y al que, cuando consiga hacer encajar todas las piezas, veo capaz de producir alguna obra maestra.