EL BOLA. 2000. 84´. Color.
Dirección: Achero Mañas; Guión: Achero Mañas y Verónica Fernández; Dirección de fotografía: Juan Carlos Gómez; Montaje: Nacho Ruiz Capillas; Música: Eduardo Arbide; Diseño de producción: Satur Idarreta; Producción: José Antonio Félez, para Tesela Producciones Cinematográficas (España).
Intérpretes: Juan José Ballesta (Pablo, El Bola); Pablo Galán (Alfredo); Alberto Jiménez (José); Manuel Morón (Mariano); Ana Wagener (Laura); Nieve de Medina (Marisa); Gloria Muñoz (Aurora); Javier Lago (Alfonso); Omar Muñoz (Juan); Manolo Caro, Soledad Osorio, Alfonso Vallejo, Juan Carlos Martín, Máximo Jiménez.
Sinopsis: La vida de El Bola, un niño introvertido, cambia al conocer a Alfredo, su nuevo compañero de colegio. Ambos se harán amigos, y esa amistad hará que salga al exterior un doloroso secreto que oculta El Bola.
Achero Mañas, actor que se pasó al otro lado de la cámara a mediados de los 90, consiguió su mayor éxito como director con su debut en el largometraje, El Bola, una película que aborda la problemática de los malos tratos a menores y que logró un buen número de premios, además de un importante reconocimiento popular.
El cine social siempre ha tenido presencia en España, pues éste es, por desgracia, un país en el que las desigualdades nunca han dejado de formar parte de la realidad cotidiana. El éxito de Barrio, de Fernando León de Aranoa, reavivó el interés de los cineastas por retratar la vida de la juventud de extrarradio, que Achero Mañas muestra en su lado más duro: el de los malos tratos y las infancias rotas por la crueldad de los adultos. El director la virtud de ser más realista que tópico, al evitar el sensacionalismo e ir desgranando el drama de manera paulatina. Mañas sabe que pisa un terreno muy resbaladizo, y opta por una perspectiva progresista en la que el monstruo se esconde dentro de una familia a la que todo el mundo calificaría de normal. Detrás del carácter esquivo y retraído de Pablo, un chaval de doce años cuyo principal pasatiempo consiste en participar en un peligroso juego que sus amigos montan en las vías del tren, está el miedo a un padre tiránico, traumatizado por la muerte de su hijo mayor e incapaz de razonar. Cuando El Bola conoce a Alfredo, un muchacho que proviene de una familia que, de acuerdo a los tópicos, debería ser mucho más disfuncional que la suya, los acontecimientos se precipitan y la bomba de relojería que es toda la película termina por explotar.
Quienes me conocen, saben lo que pienso acerca de la reproducción de la especie: en cada calle hay gente que debería ser castrada, y el mundo es así de feo porque a nadie se le ha ocurrido priorizar la salud pública a la sobreabundancia de mano de obra barata y de dóciles borregos. La principal virtud de El Bola es que en ella hay discurso, pero no por ello éste está grabado a martillo en cada fotograma. Mañas muestra, describe, analiza y sugiere, pero pocas veces juzga. Cuando lo hace, el espectador no puede más que compartir su veredicto, pero resulta agradable ver que un director neófito tiene tan claro el enfoque idóneo (que implica distancia) que debe darse a las ficciones cuya razón de ser no es otra que llamar la atención sobre problemas tan reales como graves, que muchas veces se silencian porque dejan en mal lugar a la sociedad en la que ocurren. El Bola no puede ser otra cosa que una película incómoda, pero Mañas consigue que eso no suponga caer en lo fácil. El espectador nota que el guión está muy trabajado, que los personajes son complejos y están descritos de forma creíble, y por eso la película conmueve mucho más de lo que lo haría un panfleto fílmico. No es que la parte técnica se adorne con virtuosismos, por otra parte innecesarios; sin embargo, la fotografía y el montaje dejan ver que social no es sinónimo de cutre, ni de descuidado. La música sí creo que cae más de una vez en el efectismo, pero el balance general de los aspectos relativos a la puesta en escena es bastante satisfactorio.
El Bola supuso el estrellato automático para su joven protagonista, Juan José Ballesta, un chico que demuestra tener talento para eso de la actuación. en un papel que, desde luego, no debió de resultarle nada sencillo. Ninguno de los otros chicos que intervienen en la película están a la misma altura. Entre los adultos, confieso que, como persona crecida en el extrarradio, he conocido a individuos que mucho tienen que ver con el personaje interpretado por Manuel Morón, y que por eso la labor de éste, sin duda la más ingrata de todo el reparto, me parece meritoria. Del resto, me quedo con Alberto Jiménez y Nieve de Medina.
Acabaré esta reseña con un topicazo: El Bola es una película tan dura como necesaria, pues la violencia que alberga todo ser humano en su interior tiende demasiadas veces a manifestarse en su modo más desagradable, es decir, contra los seres más indefensos. Es bueno que el cine hable de eso, en especial si, como es el caso, lo hace de una forma satisfactoria en lo artístico.