TRAINING DAY. 2001. 119´. Color.
Dirección: Antoine Fuqua; Guión: David Ayer; Director de fotografía: Mauro Fiore; Montaje: Conrad Buff; Música: Mark Mancina; Dirección artística: David Lazan; Diseño de producción: Naomi Shohan; Producción: Bobby Newmyer y Jeffrey Silver, para Warner Bros. (EE.UU).
Intérpretes: Denzel Washington (Alonzo); Ethan Hawke (Jake); Scott Glenn (Roger); Tom Berenger (Stan); Harris Yulin (Doug Rosselli); Raymond J. Barry (Lou Jacobs); Cliff Curtis (Smiley); Dr. Dre (Paul); Snoop Dogg (Blue); Macy Gray (Mujer de Sandman); Charlotte Ayana (Lisa); Eva Mendes (Sara); Nick Chinlund (Tim); Jaime Gómez (Mark); Raymond Cruz, Noel Guglielmi, Samantha Becker, Denzel Whitaker.
Sinopsis: Jake, un joven policía de Los Ángeles, desea convertirse en detective de narcóticos. Para ello debe pasar un día de prueba junto a Alonzo, un veterano y condecorado agente.
Antoine Fuqua, un director cuya breve trayectoria no hacía esperar grandes cosas, se destapó en la entrada del siglo con Training day, un thriller policial sobre el mundo de la droga en Los Ángeles que triunfó en taquilla, gustó a la crítica y es considerado por muchos el mejor film de acción en lo que llevamos de siglo.
Una de las claves del éxito la encontramos en el excelente guión de David Ayer, que sabe combinar a la perfección el puro entretenimiento con el análisis de un contexto social especialmente duro, el de los ghettos angelinos, cuya realidad tiene mucho en común con la de las favelas brasileñas, visto desde el prisma de los policías que deben enfrentarse, en una lucha siempre desigual, a los narcotraficantes.
Por lo demás, Training day repite el esquema clásico de las buddy movies, juntando a un policía novato con un experto detective de narcóticos. La diferencia es que, aquí, el veterano tiene más de Mefistófeles que de mentor: Alonzo es un encantador hijo de la gran puta, que se mueve a la perfección entre traficantes de moral inexistente y gatillo fácil porque puede ser igual que ellos, y al tiempo es capaz de pasar por un policía abnegado, generoso y carismático. Como su título indica, el film transcurre durante un solo día: en ese escaso tiempo, Jake irá desenmascarando a Alonzo, cuyos métodos no son en absoluto reglamentarios, mientras él mismo se ve envuelto en los problemas de su compañero, causados por un inoportuno y violento acceso de ira durante un fin de semana en Las Vegas. A su manera, Alonzo es un rey, dueño de las calles, y como tal se comporta. Él ofrecerá a Jake un cursillo acelerado de todo lo que no debe hacer un policía de narcóticos, sazonado con un puñado de actitudes y consejos que le permitirán sobrevivir en la jungla.
Fuqua, director con buen estilo visual estropeado en ocasiones por sus tendencias videocliperas, se pone al servicio de una historia que atrapa al espectador desde el primer minuto, y jamás lo suelta. Me gusta en especial el aprovechamiento que se hace de las posibilidades lumínicas que ofrecen las distintas horas del día, pues con ello se marcan los tiempos de la narración de un modo natural, sin distraer al público. Como película de acción, Training day es fantástica, y no decepcionará a los incondicionales del género. Pero los disparos, las persecuciones y el inevitable duelo final entre los protagonistas (el único aspecto del film que encuentro efectista y recargado en exceso) no son ni de lejos los principales alicientes de una película que saca petróleo del enfrentamiento entre caracteres antagónicos y, a la vez, lo enmarca en un contexto de puro narcoestado, que es lo que son, en pequeña escala, multitud de barrios de casi todas las grandes ciudades americanas (y de la Europa del Sur y el Este, todo sea dicho). El film enseña que para meterse en ese mundo, en el que, sin exagerar, cada día pueden volarte la cabeza, en una guerra, la del narcotráfico, que se está perdiendo en los Estados Unidos y en todas partes, hay que tener una enorme vocación, un punto de inconsciencia y un nulo espíritu flower-power, y al tiempo muestra lo que ocurre cuando se pierden los principios, se dejan atrás los dilemas morales y el ejercicio de la autoridad tiene mucho de poder absoluto. Este cóctel de adrenalina, duelo moral (y generacional) y radiografía del submundo no puede ser más certero.
Training day será recordada por ser la película que le dio el Oscar a Denzel Washington. La crítica ha agotado los elogios al actor por este trabajo, y puedo decir que son merecidos. Alonzo es el mejor papel en la carrera de Washington, que dejó de lado su habitual registro de tipo modélico y se arrojó a los brazos del mal, con resultados artísticos inmejorables. El encanto del personaje es tan indiscutible como su intrínseca hijoputez: la clase de individuo con la que jamás querrías encontrarte en la vida real (y, si lo haces, más te vale llevarte bien con él), pero que en una pantalla de cine es tan cautivador como repulsivo, La labor de Washington dejó en un injusto segundo plano la de Ethan Hawke, que sabe reflejar muy bien la transformación de su personaje, que pasa de novato blandito a tipo duro en un solo día, en buena parte gracias al tipo con el que comparte asiento en el coche patrulla. El personaje de Scott Glenn, eficaz como de costumbre, es imprescindible para ver el verdadero rostro de Alonzo, y los veteranos Tom Berenger, Harris Yulin y Raymond J. Barry sólo intervienen en una escena, pero es tremenda la presencia que le dan. Hablando de presencia, no puedo dejar de comentar la de Eva Mendes, ni tampoco la de diversos representantes de la moderna música negra en roles secundarios.
Gozada de película, que no inventa nada pero ofrece dos horas de puro placer cinematográfico. En su filmografía posterior, Antoine Fuqua no ha rodado nada tan bueno ni de lejos, pero siempre podrá presumir de Training day.