BURIED. 2010. 93´. Color.
Dirección: Rodrigo Cortés; Guión: Chris Sparling; Dirección de fotografía: Eduard Grau; Montaje: Rodrigo Cortés; Música: Víctor Reyes; Producción: Adrián Guerra y Peter Safran, para Versus Entertainment- The Safran Company-Studio 37-Dark Trick Films (EE.UU.- España).
Intérpretes: Ryan Reynolds (Paul Conroy); Robert Paterson (Voz de Dan Brener); José Luis García Pérez (Voz de Jabir); Stephen Tobolowsky (Voz de Alan Davenport); Ivana Miño (Pamela Lutti); Warner Loughlin, Erik Palladino, Kali Rocha, Chris William Martin. Cade Dundish, Mary Songbird, Anne Lockhart.
Sinopsis: Un transportista estadounidense, que formaba parte de un convoy atacado por insurgentes, despierta dentro de una tumba. Ha sido enterrado por unos terroristas que exigen un rescate a cambio de sacarle de allí con vida.
Después de pasar no pocas vicisitudes para conseguir la financiación necesaria, el director gallego Rodrigo Cortés consiguió rodar su segundo largometraje, Buried, un film de terror psicológico rodado en inglés que logró la repercusión internacional que buscaba e hizo que se incluyera a Cortés en todas las listas de cineastas pujantes.
Era lógico que la premisa narrativa del film despertara mucho interés en el público, pues alude a uno de los miedos más universales: la claustrofobia. Desde Edgar Allan Poe hasta la impactante escena de la protagonista enterrada viva en Kill Bill, el género de terror ha abordado el pánico que despierta la idea de ser enviado bajo tierra cuando uno todavía está en condiciones de respirar. El reto de Cortés era evidente: ser capaz de mantener en vilo al público durante hora y media, sin más elementos que un hombre encerrado en una tumba. La influencia de Tarantino es notoria, pero aquí no se trata de una escena enmarcada en una película de cuatro horas, sino de que todo el film se sostenga con lo mínimo. La fortuna del director es que cuenta con el notable guión de Chris Spalding, que utiliza con maestría la angustia de un hombre que se despierta encerrado en un féretro y que sólo puede contactar con el exterior a través de un teléfono móvil que sus captores han dejado dentro de la tumba para que su prisionero pida un rescate. Lo que él hace, como es lógico, es utilizar el aparato para intentar hablar con su familia y con quienes pueden sacarle con vida del ataúd, pero eso sólo le servirá para comprobar lo difícil que es conseguir una ayuda eficaz cuando estás bien jodido. Además, el prisionero no es un militar ni nadie importante, sino un simple conductor de camiones que se fue a Irak para poder darle a su familia una vida más digna. Dicen que, una vez llegados a la tumba, se acaban las diferencias de clase, pero eso, claro está, sólo es válido cuando te entierran después de haber muerto.
Es de alabar el buen trabajo de Rodrigo Cortés con la cámara, ya desde el principio de la película: a los impactantes títulos de crédito les sucede un minuto de oscuridad y silencio totales: después, el espectador empieza a oír la jadeante respiración del protagonista, que ha recuperado la consciencia: con estos mínimos recursos, se ha conseguido que el público pueda sentirse en la piel del hombre que debe hacer frente a una muerte casi segura. La manera de aprovechar el opresivo escenario para generar claustrofobia, o de aprovechar la luz del encendedor y del teléfono móvil del hombre enterrado vivo para mostrar su rostro y su lucha muestran a un director dotado de una pericia técnica superior a la que podría esperarse de un casi debutante. Narración e imágenes se funden en un todo en el que caben el desgarro, el humor negro, la denuncia de la burocracia y, en general, de la indiferencia que el ser humano muestra frente al mal ajeno, y la crónica del puro afán por sobrevivir. El principal defecto del film reside, a mi juicio, en que la escena en la que una serpiente consigue introducirse en la tumba es efectista (defecto que no encuentro en el resto de la película) y creo que aporta poco a la historia.
Buried es una prueba de fuego para Ryan Reynolds, un actor cuyo prestigio siempre me ha parecido superior a la calidad de las películas en las que participa. No obstante, Reynolds hace un elogiable trabajo interpretando un papel muy exigente en lo físico y lo mental. Tal vez las estrecheces en la puesta en escena ayudaron a Reynolds a mostrar la angustia de su personaje pero, en todo caso, el resultado es muy meritorio. Apenas vemos más rostros que el suyo: sólo oímos las voces de quienes hablan con el protagonista (de ellas, la menos lograda es la del secuestrador, sin duda alguna). Al final de la película, lo sabemos prácticamente todo de un personaje que al principio nos es completamente desconocido, lo que sin duda es una virtud del guión.
Buried es un perfecto ejemplo de cómo hacer buen cine con talento, imaginación y muy pocos medios. Los elogios que recibió son merecidos, pues estamos, según creo, ante una de las películas de terror más destacables de lo que llevamos de siglo.