THE RESTLESS BREED. 1957. 84´. Color.
Dirección: Allan Dwan; Guión: Steve Fisher; Director de fotografía: John W. Boyle; Montaje: Merrill G. White; Música: Edward L. Alperson, Jr.; Dirección artística: Ernst Fegté; Producción: Edward L. Alperson, para Edward L. Alperson Productions (EE.UU).
Intérpretes: Scott Brady (Mitch Baker); Anne Bancroft (Angelita); Jay C. Flippen (Marshal Evans); Rhys Williams (Reverendo Simmons); Jim Davis (Newton); Leo Gordon (Cherokee); Scott Marlowe (Allan); Myron Healey, Gerald Milton, Harry Cheshire, Eddy Waller.
Sinopsis: Un agente del Gobierno es asesinado en un pueblo de Texas dominado por maleantes. Su hijo parte hacia allí buscando venganza.
La práctica totalidad de la etapa sonora de la carrera de Allan Dwan, sin duda uno de los cineastas más prolíficos en la historia del cine norteamericano, se adscribe al sello de la serie B, aunque eso no significa que varias de sus incursiones en el western, el policíaco o el cine de aventuras carezcan de interés. Al primero de estos géneros pertenece Casta indomable, film muy valorado por cierto sector de la crítica que, en mi opinión, no va más allá de lo correcto.
Decir que Allan Dwan filma con mucho oficio es una perogrullada del tamaño de un cachalote, pero en estos tiempos es muy preciso subrayar lo obvio. El problema es que Casta indomable tiene un guión bastante plano, en el que abundan los estereotipos del western sin que se realicen aportaciones demasiado originales. El argumento de alguien que busca venganza después del asesinato de un ser querido es de los más reiterados en la historia del cine, y hay que adornar muy bien el conjunto para evitar caer en el tópico. Aquí no se hila tan fino, y éstos abundan: el hijo obcecado que busca a los asesinos de su padre sin atender a razones, los forajidos que apenas poseen complejidad, y la joven que cae rendida ante la ruda virilidad del vengador justiciero… aunque todo esté bien articulado y se vea con interés, se echan a faltar sorpresas, así como claroscuros en unos personajes tejidos con cierto aire rutinario por alguien capaz de empresas mayores como Steve Fisher. Que los malvados no posean mayor entidad es un lastre importante. Hay que decir, sin embargo, que Allan Dwan es un director que prácticamente vivió el nacimiento del western, género que cultivó desde sus primeros cortometrajes, y que esos tópicos del género le pertenecen en cierta medida. En las postrimerías de su carrera tuvo que trabajar con presupuestos muy ajustados, pero eso no impedía que lo formal resultara convincente. Casta indomable es una película rodada básicamente en interiores, y de pocos personajes, que aprovecha bien los escasos recursos de que dispone. La fotografía es de calidad, y la música está a un buen nivel. Una vez más, se comprueba que lo barato sólo es cutre cuando va acompañado por la falta de talento.
Del reparto, lo más destacable con diferencia es el protagonismo de una joven Anne Bancroft, actriz capaz de encandilar al espectador pese a lo estereotípico del personaje que le tocó interpretar: Bancroft consigue darle a Angelita esa mezcla de inocencia y sensualidad que lo hace resaltar, allí donde una actriz más mediocre sólo podría aportar presencia. Scott Brady nunca fue un prodigio de expresividad, y su rol de tipo duro le hace aparecer como un John Wayne de bolsillo. Más distinguida es la presencia de buenos secundarios como Jay C. Flippen y Rhys Williams, quien, en su papel de predicador amante de la justicia (y de incansable guardián de la virginidad de Angelita), alcanza a ser uno de los puntos fuertes de una película que, como dije antes, se resiente al no disponer de unos malvados de más enjundia.
Se deja ver, y está bien hecha, pero Casta indomable no es más (ni menos) que un correcto western, rodado en el final de la época dorada del género. Considero que Allan Dwan rodó películas más interesantes que ésta en los últimos años de su carrera.