ESCAPE TO BURMA. 1955. 86´. Color.
Dirección: Allan Dwan; Guión: Talbot Jennings y Hobart Donavan, basado en el relato Bow tamely to me, de Kenneth Perkins; Director de fotografía: John Alton; Montaje: Carlo Lodato; Música: Louis Forbes; Dirección artística: Van Nest Polglase; Producción: Benedict Bogeaus, para RKO Radio Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Barbara Stanwyck (Gwen Moore); Robert Ryan (Jim Brecan); David Farrar (Cardigan); Murvyn Vye (Makesh); Lisa Montell (Andora); Robert Warwick (Sawbwa); Reginald Denny (Comisario); Robert Cabal, Peter Coe, Alex Montoya, Anthony Numkena, John Mansfield, Gavin Muir.
Sinopsis: Acusado del asesinato de un príncipe, un aventurero norteamericano huye a través de la selva hasta llegar a los terrenos de Gwen Moore, una mujer que doma y comercia con elefantes.
Huida a Birmania es una de las películas con mayor repercusión de entre las dirigidas por Allan Dwan en la última fase de su carrera. Su condición de film de aventuas exóticas y la presencia de una verdadera estrella como Barbara Stanwyck al frente del reparto la sitúan como una de las obras más reivindicables de esa etapa.
Es sabido que quedaban lejos los años en los que Allan Dwan manejaba presupuestos holgados, pero el director sabe darle a la película un aire clásico, con una cámara que se mueve poco porque, entre otras cosas, suele estar donde debe, y un aprovechamiento excelente de los recursos disponibles. A esto contribuye en gran manera el trabajo de un grande como John Alton, capaz de crear imágenes realmente bellas, fruto también de su compenetración con un director con el que había colaborado en varias ocasiones. Me refiero, por ejemplo y sobre todo, a las escenas nocturnas, que hay que calificar de cautivadoras. También la música es de una calidad que acredita que estamos ante una serie B distinguida.
Ocurre, no obstante, que el guión no es gran cosa. Posee la virtud de darle el protagonismo a una mujer fuerte y con estilo, pero la trama es bastante simple y no consigue alejarse de lo previsible. Al principio, parece que el tema es la caza de un asesino que huye a través de la jungla, pero eso de que el malvado en tierra extraña fuera estadounidense era algo que, sin duda, se prefirió evitar. Eso sí, la película es concisa, va al grano y es francamente entretenida, con acierto a la hora de alternar las escenas de acción con los pasajes románticos y las inevitables concesiones al exotismo que, todo hay que decirlo, añaden encanto a un film cuyo marco geográfico es la selva asiática. Sin embargo, ni existe demasiada tensión, ni se produce un verdadero triángulo amoroso, ni la resolución del conflicto denota un excesivo ingenio. Hay mayor inspiración en el aspecto visual de la película que en el narrativo, cuyo mayor mérito, repito, es el de no andarse por las ramas.
Soy un gran admirador de Barbara Stanwyck, una de las grandes actrices del Hollywood clásico. Su voz, su mirada inteligente y seductora, y el hecho de que he visto fumar a muy pocas mujeres con tanto estilo, la convierten en una de mis favoritas de todos los tiempos. Cuando se rodó Huida a Birmania ya no era una gran estrella a nivel comercial, pero jamás dejó de serlo en la pantalla, y aquí, la inolvidable protagonista de Perdición y Bola de fuego deja claro que la presencia y el carisma no se evaporan fácilmente. Otro aliciente para ver esta película es la presencia de Robert Ryan, un pedazo de actor, usualmente secundario, que poseía el don de ser un tipo muy duro y a la vez de poseer expresividad. David Farrar, otro buen intérprete, completa el trío protagonista sin desentonar, pero brillando a un nivel inferior al de los antes mencionados.
Buena película, ideal para pasar un buen rato de evasión, lo que es muy de agradecer en tiempos asquerosos.