REMEMBER. 2015. 88´. Color.
Dirección: Atom Egoyan; Guión: Benjamin August; Director de fotografía: Paul Sarossy; Montaje: Christopher Donaldson; Música: Mychael Danna; Diseño de producción: Matthew Davies; Dirección artística: Rory Cheyne; Producción: Ari Lantos, Robert Lantos, Jens Meurer y Paula Devonshire, para Serendipity Point Films-Distant Horizon-Detalle Films- Egoli Tossell Film (Canadá).
Intérpretes: Christopher Plummer (Zev Guttman); Martin Landau (Max Rosenbaum); Dean Norris (John Kurlander); Bruno Ganz (Rudy Kurlander #1); Jürgen Prochnow (Rudy Kurlander #4); Henry Czerny (Charles Guttman); Sofia Wells (Molly); Kim Roberts (Paula); Peter DaCunha (Tyler); James Cade (Dependiente de la armería); Liza Balkan, T.J. McGibbon, Lory Wainberg, Mark Roeder.
Sinopsis: Zev. un hombre, nonagenario y con demencia senil, acaba de perder a su esposa. Vive en una residencia con un amigo, Max, que estuvo con él en Auschwitz. Siguiendo las instrucciones de Max, que está inmovilizado en una silla de ruedas, Zev escapa de la residencia en busca de Rudy Kurlander, un ex-oficial del campo de exterminio que vive en Norteamérica.
Aunque la obra reciente de Atom Egoyan no goza del reconocimiento crítico de sus primeras películas, el director canadiense de origen armenio continúa facturando films estimables como Remember, una historia de venganza protagonizada por ancianos y con el Holocausto como telón de fondo que, no obstante, recibió más palos que aplausos por parte de la prensa especializada.
Al ver la buena salud de la que goza el fascismo en todo el mundo, cuesta hacerse a la idea de que, hace 72 años, la guerra la ganaron los buenos. De hecho, muchos criminales nazis consiguieron huir de una segura condena a muerte poniendo el Océano Atlántico entre ellos y quienes les perseguían. Un buen número de esos asesinos fueron capturados, pero otros consiguieron eludir a los cazanazis, adoptaron una nueva identidad y pudieron vivir la vida confortable que ellos arrebataron a millones de personas. De eso va Remember, de una venganza largo tiempo aplazada que tiene lugar cuando víctimas y verdugos han llegado a la senectud.
El guión, de Benjamin August, es el sustento fundamental de un film que Egoyan, que sabe de lo que habla pues proviene de un pueblo que sufrió un genocidio, lleva con pulso firme hasta su impactante tramo final, en el que culminan los deseos de revancha de un nonagenario con problemas de memoria. Antes, y en el marco en apariencia apacible de una residencia de ancianos, tiene lugar un funeral según los rituales judíos y, acto seguido, comienza la ejecución del plan trazado por Max, un superviviente de Auschwitz, cuyo brazo ejecutor será Zev, que también estuvo en ese campo. Se trata de encontrar a Rudy Kurlander, un antiguo oficial de las SS que consiguió el buscado anonimato en Norteamérica. El problema, además de la débil memoria de Zev, que ha de apoyarse en una carta de Max que le explica todo lo que debe hacer, es que entre Estados Unidos y Canadá hay cuatro Rudy Kurlanders que, por origen y edad, podrían ser el que buscan.
Egoyan continúa siendo un agudo captador de los aspectos más oscuros del alma humana, pero como cineasta parece haber perdido parte de la inspiración que desprendían sus films más importantes de los años 90. De hecho, el acabado de la película es telefilmesco, y este es un factor que resta poderío a una obra que, no obstante, posee fuerza y cautiva al espectador gracias a una historia que nos habla de la importancia de la memoria y de la justicia, del olvido selectivo y del olvido imposible, de lo necesario que es aportar luz a una oscuridad que siempre estará ahí. Hay traumas de una gravedad tan extrema que ni siquiera el tiempo es capaz de borrar, y la película subraya la importancia de que quienes los causaron mueran siendo perfectamente conscientes de las atrocidades que cometieron o ayudaron a cometer. Sobre este punto, me extenderé un poco en uno de los grandes aciertos que para mí tiene Remember en el plano narrativo: que el alcohólico y descerebrado neonazi (agente de la ley, para más inri) con el que se encuentra Zev en su recorrido justiciero no sea descendiente de ese antiguo oficial que persigue, sino de un don nadie nostálgico que sólo fue cocinero en el frente y tenía diez años cuando sucedió esa vergüenza absoluta para Alemania, y por extensión para toda la especie humana, que fue la Kristallnacht. La clavan, August y Egoyan: nada hay más atrevido que la ignorancia, ni mejor gasolina para el resentimiento y el odio que la mediocridad.
Lo más alabado en Remember es, sin duda, la interpretación de su protagonista, un Christopher Plummer que, ya en la vejez, sigue siendo un actor mayúsculo, que aquí puede lucir sus notables habilidades al piano, además de mostrarnos la lucha diaria de un anciano contra los terribles efectos de una memoria que ya no se enciende y se apaga a capricho, sino del todo. Meritorio también el trabajo de Martin Landau, en el papel del cerebro de la trama, y notable la labor de Dean Norris como el obtuso policía neonazi. Las breves, pero impactantes, apariciones de dos actores alemanes de prestigio, como Bruno Ganz y Jürgen Prochnow, contribuyen a apuntalar uno de los aspectos más logrados de la película.
Pese a que en lo visual no pasa del aprobado justito, y de que a Egoyan hay que pedirle más en este aspecto, Remember es una película que funciona en lo cinematográfico y que posee una profundidad de discurso que nunca está de más. No es lo mejor de su director, pero sí un film cuyo nivel está bastante por encima de la media.