BUSANHAENG. 2016. 118´. Color.
Dirección: Yeon Sang-Ho; Guión: Park Joo-Suk y Yeon Sang-Ho; Director de fotografía: Lee Hyung-Deok; Montaje: Yan-Jing Mo; Música: Jang Young-Gyu; Diseño de producción: Lee Mok-Won; Vestuario: Seung Hee-Rym y Kwon Joo-Hin; Producción: Lee Dong-Ha, para RedPeter Film- Next Entertainment World (Corea del Sur).
Intérpretes: Gong Yoo (Seok-Woo); Jung Yu-Mi (Seong-Kyeong); Ma Dong-Seok (Sang-Hwa); Kim Su-An (Soo-An); Kim Eui-Sung (Yon-Suk); Choi Woo-Sik (Yong-Guk); Sohee (Jin-Hee); Choi Gwi-Hwa (Mendigo); Yeong Seok-Jong (Maquinista); Woo Do-Im (Azafata); Ye Soo-Jung, Park Myung-Shin, Yang Hyuk-Jin, Han Seong-Soo, Kim Jae-Rok, Lee Joo-Sil.
Sinopsis: Un ejecutivo, egoísta y adicto al trabajo, acepta a regañadientes acompañar a su hija hasta Busan, donde la pequeña se reunirá con su madre. De pronto, el caos se adueña del país.
El cineasta surcoreano Yeon Sang-ho, cuya carrera se había desarrollado en el terreno de la animación, dio el salto internacional con Train to Busan, película que viene a ser la versión con actores reales de su anterior Seoul station. Este vibrante drama zombi, que en mi opinión supone una de las propuestas más estimulantes que ha dado este subgénero en lo que llevamos de siglo, triunfó en muy distintas latitudes y se convirtió en un film de culto instantáneo.
Es evidente que, tanto en la pequeña como en la gran pantalla, las historias de zombis tienen una gran aceptación en nuestra hastiada y confusa época. En muchas de ellas, empezando por la seminal Zombi (Dawn of the dead, 1978), de George A. Romero, subyace el deseo de que el apocalipsis provocado por el despertar de los muertos vivientes suponga una catarsis que provoque la redención moral de una civilización a la deriva. Train to Busan participa de esta corriente y no está exenta de moralina, aunque debo decir que su punto de vista sobre los males de la humanidad coincide bastante con el mío: la codicia, la insolidaridad, el egoísmo y el cotidiano sálvese quien pueda son algunas de las grandes lacras de nuestras sociedades: llegado el gran desastre, sólo quienes consigan cambiar su forma de actuar obtendrán la salvación, si no física, cuanto menos ética. El símbolo de esto es Seok-Woo, un ejecutivo todavía joven y adicto al trabajo cuyo matrimonio se fue a pique y que apenas presta atención a la hija que surgió de él. Es la insistencia de ella la que hace que el ocupado yuppie acepte acompañarla en el tren que la llevará hasta Busan, ciudad en la que vive su madre.
La película tiene la virtud de perfilar a los personajes con certeras pinceladas para ir rápidamente al grano: al principio, todo parece un furioso ataque de ira colectiva que se extiende por las grandes ciudades, pero cuando las imágenes empiezan a transmitir cómo los cadáveres atacan a los vivos, que casi de inmediato pasan a convertirse ellos también en zombis en busca de carne fresca, la cosa no puede estar más clara. Un rutinario viaje en tren se convierte en una huida desesperada hacia una salvación tan complicada como dudosa. Yeon Sang-ho ofrece una propuesta visualmente atractiva y narrativamente vibrante, en la que los tiempos muertos, cargados de tensión, sólo son una breve toma de aire antes de encarar desafíos todavía mayores. Train to Busan consigue ser una gran película de zombis, y a la vez, ofrecer a sus espectadores un convincente drama familiar y social con moraleja. O, dicho de otra forma, resuelve en dos frenéticas horas situaciones que ocupan una temporada entera de The walking dead. El aprovechamiento que se hace de un escenario tan cinematográfico como un ferrocarril muestra una competencia técnica importante, que se extiende al muy eficaz montaje y a una cuidada fotografía. Por no hablar de esa frase antològica que le suelta el forzado al ejecutivo metido a héroe antes de ponerse a liquidar zombis:” Es usted gestor de fondos, así que se le ha de dar bien machacar a inútiles”.
El desempeño de los actores, todos ellos desconocidos para mí hasta el momento, es en general bastante satisfactorio. Gong Yoo consigue mostrar la conversión de su personaje en héroe altruista sin que esa metamorfosis resulte forzada, y el matrimonio que forman esa mujer fuerte a la que interpreta Jung Yu-Mi y ese tipo fuerte en lo físico y en lo psicológico al que da vida Ma Dong-Seok funciona de maravilla. Es verdad que los malos son muy malos, pero Kim Eui-Sung es un buen villano. Quizá los actores jóvenes, sobre todo Choi Woo Sik, flojeen algo más, pero reitero que en general el capítulo interpretativo me parece bien resuelto.
Train to Busan es una muy buena película, se mire donde se mire, y con razón se ha convertido en uno de los mayores éxitos del cine surcoreano en los últimos años, y también en una referencia moderna indiscutible del cine de muertos vivientes. Dos horas vibrantes, un apocalipsis zombi de lo más brutal, y un mensaje ético claro. No es sencillo dar más.