Ayer hubo noche grande en el Festival de Jazz de Barcelona, con la presencia en el Auditori del Pat Metheny Trio con su formación primeriza, es decir, la formada por Larry Grenadier al contrabajo y Bill Stewart a la batería acompañando al genio de Missouri. Servidor tomó asiento, preparó las manos para aplaudir mucho, y salieron a escena Metheny y Grenadier, que interpretaron a dúo los tres primeros temas del concierto, entre los cuales estuvo el memorable Bright size life, tema-título del primer álbum en solitario del guitarrista, publicado allá por 1976. A continuación apareció en escena el prodigioso baterista Bill Stewart y, uno a uno, fueron cayendo temas muy habituales en el repertorio del trío y extraídos de todos los períodos musicales de Metheny (James, So may it secretly begin, Always and forever) hasta llegar a una bestial versión de más de 20 minutos de Question and answer, con Metheny improvisando a la guitarra sintetizada y demostrando, una vez más, que lleva en el ADN el legado musical de Ornette Coleman. El concierto nos dio otros puntos álgidos, como ver en directo la evolución conceptual del visionario proyecto Orchestrion, integrando a los otros dos miembros del trío junto al maestro y su ejército sónico-tecnológico, el recuerdo al gran Enrique Morente o una emocionante versión acústica del And I love her, de los Beatles, que cerró un concierto de unas dos horas y media (con dos bises incluidos), ofrecido por una de las más brillantes agrupaciones musicales que en este momento existen en el planeta. Qué decir de Pat Metheny, posiblemente la mejor mano izquierda del mundo, el hombre que sabe extraer belleza de mil y una guitarras, el artista que combina como muy pocos estilo propio e innovación, respeto al lenguaje tradicional y vanguardia. Me enamoré de su música y de su toque hará unos veinte años, escuchando el solo de Slip away una oscura y afortunada noche de zapping televisivo, y hoy más que entonces me impresionan su expresividad, su alegría y esa facilidad para caer de pie pese a recorrer caminos muy intrincados en sus solos. Si a este genio le añades una sección rítmica portentosa, con la que se entiende a la perfección tras más de una década de grabaciones y conciertos, el resultado es una gran victoria contra la nada cotidiana, la pena cuando se encienden las luces y acaba la magia, y la alegría por lo que te llevas, y porque ya queda un día menos para el próximo concierto de Pat Metheny.
Into the dream:
En 1999, año de formación del trío, interpretando James: