EL BAR. 2016. 102´. Color.
Dirección: Álex de la Iglesia; Guión: Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia; Dirección de fotografía: Ángel Amorós; Montaje: Domingo González; Música: Joan Valent y Carlos Riera; Dirección artística:José Luis Arrizabalaga y Arturo García Biaffra; Producción: Kiko Martínez, Mikel Lejarza, Álex de la Iglesia, Carolina Bang y Mercedes Gamero, para El Bar Producciones- Nadie es Perfecto- Pampa Films-Pokeepsie Films (España-Argentina).
Intérpretes: Blanca Suárez (Elena); Mario Casas (Nacho); Carmen Machi (Trini); Secun de la Rosa (Sátur); Jaime Ordóñez (Israel); Terele Pávez (Amparo); Joaquín Climent (Andrés); Alejandro Awada (Sergio); Jordi Aguilar, Diego Braguinsky, Mamen García, Daniel Arribas, Paco Sarro, Mari Giner, Toni Lam, Mariano Andrés.
Sinopsis: En un bar de la periferia madrileña, una mañana normal se convierte en un infierno cuando uno de los clientes habituales es tiroteado nada más salir del establecimiento.
A estas de alturas del cuento, uno ya sabe que, por las causas que sean, tengo mejor opinión acerca del cine de Álex de la Iglesia que el común de los mortales. Incluso en sus películas menos logradas soy capaz de encontrar muchos elementos interesantes. El bar, su última película de autor, tuvo más críticas negativas que laudatorias, pero uno diría que, sin estar a la altura de sus obras mayores (El día de la bestia, La comunidad y Balada triste de trompeta) sí cabe situarla en el escalón inmediatamente inferior a las mencionadas dentro de su filmografía.
Precisamente, uno de los rasgos estilísticos que más aprecio en Álex de la Iglesia es que, cuanto más le critican por sus excesos, más excesivo se vuelve. El bar es tal vez su film más escatológico, más feísta y más brutal. Pero no creo que esta película sea sólo la versión pringosa y maloliente (porque el aire fétido de la película se llega a percibir) de El ángel exterminador que muchos han querido ver. La premisa es clara: el miedo saca lo peor del ser humano. El director bilbaíno sitúa la acción en un bar de parroquianos de los de toda la vida, en el que se junta el paisaje habitual en esos lugares (una maruja ludópata, un indigente iluminado, un vendedor, un ex policía, una dueña con malas pulgas y un camarero simple pero bienintencionado) con dos elementos extraños: una tía buena que cae allí por casualidad, y un hipster macizo de los que escogen esos bares por esnobismo inverso. Una mañana cualquiera… hasta que entra en el lugar un tipo robusto, que va directamente al lavabo y tiene pinta de ir drogado hasta las cejas. Después de él, el caos, el sálvese quien pueda… si puede.
Comedia negra, cuento moral y película de terror, El bar es Álex de la Iglesia en estado puro. Dudo que a nadie más se le ocurra sumergir a dos de los mayores sex-symbols del cine patrio en un ejercicio de supervivencia extrema y cubrirlos (literalmente) de mugre hasta las cejas. Brindo por ello. Hobbes en la periferia, apocalipsis cañí. O qué hijos de puta somos cuando se trata de salvar nuestro culo, si éste se halla en peligro inminente de ser un culo muerto. Desde el principio, marcado una vez más por unos brillantes títulos de crédito, hasta que el grupo de los encerrados se separa, y los presuntamente contagiados son obligados a permanecer en el almacén subterráneo, la película es simplemente perfecta. Después hay altibajos, y como suele ser norma de la casa, la tendencia a la hipérbole deriva en un clímax que se va de las manos aunque, esta vez, no del todo. El descalzaperros final, que tantas veces en el cine de Álex de la Iglesia ha sucedido en las alturas, tiene lugar en esta ocasión en las alcantarillas de una gran ciudad, un espacio que, da igual de la metrópoli de la que hablemos, es el espejo de su alma.
La estética será todo lo feísta que se quiera, pero está tan cuidada como cabría exigirle a uno de los cineastas españoles mejor dotados para lo visual. No me parece que la música esté a la altura de algunos de los mejores trabajos de Roque Baños para el director vasco, pero tampoco desentona. Y siempre me gusta escuchar a Duke Ellington en una película.
Como dije antes, el reparto lo encabezan dos de los actuales mitos eróticos del cine español, Blanca Suárez y Mario Casas, convertido éste ya en un habitual de la troupe de De la Iglesia. En contra de lo que podríamos pensar los agoreros, ambos ofrecen unas interpretaciones bastante dignas, en sendos roles totalmente antiglamourosos y más complicados de lo que parecen. Otros actores, como Secun de la Rosa y Jaime Ordóñez, de limitados registros el primero y relagado siempre a roles secundarios el segundo, están a la altura, aunque los mejores me parecen Carmen Machi, la gran Terele Pávez y Joaquín Climent.
Álex de la Iglesia definió El bar como una obra de teatro filmada. Pese al reparto coral, las claustrofóbicas localizaciones y la abundancia de diálogos, no me parece una obra muy teatral, sino plenamente cinematográfica. En todo caso, es teatro del bueno.