FLIGHT. 2012. 138´. Color.
Dirección: Robert Zemeckis; Guión: John Gatins, inspirado en hechos reales; Dirección de fotografía: Don Burgess; Montaje: Jeremiah O´Driscoll; Música: Alan Silvestri; Diseño de producción: Nelson Coates; Dirección artística: David Lazan; Producción: Laurie MacDonald, Walter F. Parkes, Jack Rapke, Steve Starkey y Robert Zemeckis, para Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Denzel Washington (Látigo Whitaker); Don Cheadle (Hugh Lang); John Goodman (Harling Mays); Kelly Reilly (Nicole); Bruce Greenwood (Charlie Anderson); Tamara Tunie (Margaret); Nadine Velázquez (Katerina Márquez); Brian Geraghty (Ken Evans); Melissa Leo (Ellen Block); Charlie E. Schmidt (Casero); Peter Gerety (Avington Carr); James Badge Dale, Ric Reitz, Ron Caldwell, Janet Metzger, Justin Martin.
Sinopsis: El comandante Whitaker es un experto piloto de aeronaves que, con una audaz maniobra, evita que multitud de pasajeros mueran en un accidente. Whitaker es un héroe, hasta que se descubre que es alcohólico, toma drogas y pilotó el avión intoxicado.
Con El vuelo, Robert Zemeckis se recuperó en buena parte de su discreta trayectoria posterior al éxito de Náufrago. Se trata de un drama sobre la redención, las adicciones y la necesidad social de construir héroes, aunque gran parte de ellos tengan los pies de barro. Con sus defectos, que los tiene, la crítica y el público coincidieron en valorar El vuelo como lo que es: una película notable.
Cuando un piloto comercial realiza un aterrizaje de emergencia y salva docenas de vidas, es normal que la sociedad entera le considere un héroe, un espejo en el que mirarse. Hasta que se descubre que ese modelo para la juventud es un alcohólico que, para recuperarse de los efectos de su última borrachera, cogió los mandos del avión puesto de cocaína hasta las trancas. Este personaje es el comandante Látigo Whitaker, un piloto excepcional que, dadas su vida y costumbres, escogió mal su oficio. Si quieres dedicarte al sexo, el alcohol y las drogas, y que la sociedad te aplauda, debes ser actor, músico de rock o ejecutivo de Bolsa. En otras profesiones, lo de ir colocado no está tan bien visto. Y si se trata de buscar culpables en el caso de un accidente aéreo que provocó la muerte de seis personas, ¿qué hacer cuando el individuo cuya maniobra salvó al resto del pasaje resulta ser un politoxicómano irredento? La respuesta, en la gran mayoría de los casos, es la que se da en la película: intentar encubrirlo.
El vuelo es, en esencia, la crónica de la espiral de decadencia de un adicto que, una vez tras otra, va desperdiciando las diferentes oportunidades que se le brindan para pasar página y convertirse en el héroe que todos querrían que fuese. El guión, al que traiciona un final en exceso moralizante, no retrocede a la hora de mostrar la mecánica y las consecuencias de las adicciones (el autodesprecio, la mentira continua, la paz encontrada sólo con aquello que nos destruye), aunque pasa de puntillas sobre un aspecto interesante: hasta qué punto fueron las drogas responsables del temple y la audacia que demostró Whitaker en un momento límite, en el que sólo los seres excepcionales son capaces de obrar con eficacia.
Por lo que a mí respecta, he de decir que el primer tercio de la película me parece impresionante, tanto por lo acertado de la narración como por la enorme pericia técnica que demuestra Zemeckis para rodar el accidente aéreo, de una forma tan espectacular que hace que, a los espectadores que ya de por sí no disfrutamos subidos en un avión, se nos quiten todavía más las ganas de hacer ricas a las aerolíneas. Cuando Whitaker sale del hospital, en el que coincide con una bella fotógrafa, adicta a la heroína, que le acompaña en su travesía hacia la sobriedad, el film se convierte en un drama más tópico, aunque técnicamente impecable en todos los aspectos, con momentos de inspiración y otros que impregnan la película de un aroma telefílmico que la perjudica en buena manera, pues empequeñece sus muchas virtudes. Por dar algunas claves, creo que las escenas en las que intervienen la exesposa y el hijo adolescente de Whitaker deberían haberse eliminado del montaje final.
Sin duda, los papeles ambiguos le sientan muy bien a Denzel Washington, actor especializado durante mucho tiempo en personajes modélicos pero que da lo mejor de sí cuando puede sacar a relucir su lado siniestro. El comandante Látigo Whitaker supone uno de los puntos álgidos de una carrera ya de por sí notable. Es un magnífico Washington quien realza la película, sin olvidar el trabajo de actores de nivel como Don Cheadle, aquí en la piel de un abogado sobrado de recursos, y Bruce Greenwood. No obstante, quien lo borda es un John Goodman que, en el papel de un peculiar narcotraficante, roba todas las escenas en las que interviene. Buena labor también de Kelly Reilly, actriz en la que se percibe talento, y también de Melissa Leo. En cuanto a Nadine Velázquez, decir que el sátiro de Whitaker no tiene precisamente mal gusto.
Con menos moralina y la misma energía en los dos últimos tercios de metraje que la que se derrocha en el primero, El vuelo sería una obra maestra. No llega a tanto, pero deja claro que Robert Zemeckis mantiene la capacidad de hacer buenas películas.