LA VIDA EN UN BLOC. 1956. 96´. B´/N.
Dirección: Luis Lucia; Guión: José Luis Colina, Carlos Llopis y Luis Lucia, basado en la obra de teatro de Carlos Llopis; Dirección de fotografía: Cecilio Paniagua; Montaje: José Antonio Rojo; Música: Juan Quintero; Decorados: Enrique Alarcón; Producción: Manuel J. Goyanes, para Guión Producciones Cinematográficas-Suevia Films-Cesáreo González (España)
Intérpretes: Alberto Closas (Nicomedes); Elisa Montés (Gerarda); Fernando Rey (Voz del bloc); María Asquerino (Lupe Tovar/Calixta); Mary Lamar (Olegaria/Margot); Encarna Fuentes (Pili); Marta Mandel (Miss Fanny); Julia Caba Alba (Madre de Pili); José Luis Ozores (Pepe); Raúl Cancio (Ernesto); Manuel Bermúdez Boliche (Abelardo); Joaquín Roa (Melquíades, el brigada); José Franco (Padre de Pili); Irene Caba Alba (María); José Luis López Vázquez (Mago Roberto); Josefina Serratosa, Eduardo Calvo.
Sinopsis: Nicomedes, un médico destinado en provincias, le pide matrimonio a la maestra del pueblo, que acepta encantada el compromiso. Sin embargo, el doctor cree que no haber sido un soltero juerguista puede perjudicar su matriminio y decide correrse unos días de farra en Madrid para evitar que le vengan ganas de hacerlo una vez casado.
Antes de convertirse en el director oficial de las películas con niñas-prodigio, el valenciano Luis Lucia llevó a la gran pantalla La vida en un bloc, adaptación de una obra teatral de Carlos Llopis. Se trata de una de las películas de Lucia con mejor valoración crítica, dentro de una trayectoria extensa y volcada hacia el cine más comercial.
Se trata de una comedia blanca, de acuerdo a los cánones imperantes en la época, sobre el matrimonio y sus daños colaterales. Su protagonista masculino es Nicomedes, un médico destinado en una población rural zamorana, de recto proceder y tan metódico que todo lo que para él es digno de relevancia lo anota en un bloc que, dentro de la narración, es tan importante que hasta tiene voz propia. Nicomedes se enamora de Gerarda, la joven maestra del pueblo, y le propone matrimonio. Sin embargo, el doctor cree que su falta de experiencia en la parte lúdica de la vida (el no haber ejercido de hombre soltero, en definitiva) puede volverse en su contra una vez instalado en la rutina del matrimonio, y decide irse unos días a Madrid para saber lo que es el mundo de la farra, la juerga y el despendole. Allí, en la capital, el educado y más bien tímido doctor se revela como un verdadero galán.
La vida en un bloc funciona por su gracia, y también como testimonio fílmico de los valores morales de una época en la que la larga sombra del nacional-catolicismo condicionaba todas las relaciones sociales, y en especial las amorosas. La película se permite algunos chistes al respecto, como la recurrente presencia del brigada de la Benemérita en los encuentros pre-nupciales entre Nicomedes y Gerarda, cuya castidad debe quedar fuera de toda duda, o la respuesta de los amigos madrileños del doctor cuando éste les pregunta por algún espectáculo con gente ligera de ropa: “El fútbol”. El médico convertido en seductor comprende que la juerga le sobrepasa, que lo de ser un imán para las mujeres tiene sus inconvenientes (por ejemplo, en forma de huida a la carrera de una moza que al segundo día ya te obliga a ir a la sierra con toda su familia) y que el whisky no es lo suyo, antes de comprobar que el matrimonio le aburre. Existe una tercera opción que en esta comedia apenas se contempla, salvo en la parte final, en la que el protagonista regresa a Madrid no para irse de fiesta, sino para poder estar tranquilo. Sin embargo, el descubrimiento del bloc de su marido, y por tanto de todos sus pensamientos íntimos, hace que Gerarda haga propósito de enmienda… o no.
Lucia filma con oficio, hasta el punto de que su eficaz labor pasa desapercibida. La agilidad y el ingenio de esta comedia hacen el resto, apartándola del carácter rutinario que por puesta en escena seguramente le correspondería. El arte lo ponen los actores, empezando por un Alberto Closas capaz de alternar grandes papeles dramáticos a las órdenes de Juan Antonio Bardem con perfiles mucho más cómicos como el que demuestra en esta película. Elisa Montés es la santa esposa, de buen corazón, llena de ganas de complacer a su marido, pero aburrida como ella sola. Interpretación más que correcta, la suya. Un buen plantel de secundarios, en el que figuran dos monstruos llamados José Luis, Ozores y López Vázquez, una excelente María Asquerino y otros nombres de prestigio, como Julia Caba Alba o el mismísimo Fernando Rey, que pone voz al bloc que casi protagoniza la película, remata un apartado interpretativo que la enaltece.
Agradable comedia, que pese a sus limitaciones tiene chispa y calidad, La vida en un bloc es, en efecto, de lo mejorcito de la obra de un director eminentemente comercial.