LOVE MEANS ZERO. 2017. 89´. Color.
Dirección: Jason Kohn; Guión: Jason Kohn; Dirección de fotografía: Eduardo Enrique Mayén; Montaje: Michael X. Flores y Jack Price; Música: Jonathan Sadoff; Producción: Jill Mazursky, Jason Kohn, Anne White, David Styne y Amanda Branson Gill, para Kilo Films (EE. UU.).
Intérpretes: Nick Bollettieri, Jim Courier, Kathleen Horvath, Julio Moros, Fritz Nau, Martin Blackman, Carling Bassett, Boris Becker.
Sinopsis: El controvertido entrenador de tenis Nick Bollettieri repasa su vida deportiva y su relación con sus más destacados alumnos.
El hasta entonces desconocido director de documentales Jason Kohn llegó a audiencias muy numerosas gracias a Love means zero, película en la que consiguió el testimonio del que seguramente sea el entrenador de tenis más famoso de toda la historia, Nick Bollettieri. Ya al final de su vida, el técnico de origen italiano se colocó, literalmente, delante de las cámaras para explicar su verdad a lo largo de un film que se mueve entre la confesión, la autoreivindicación y las ganas de hacerse perdonar las numerosas cabronadas cometidas a lo largo de los años.
La historia de Bollettieri es la de un hombre obsesionado con el éxito que llegó a él, ya en la madurez, gracias al tenis, deporte del que no tenía conocimientos profundos y que había practicado en la universidad. Tras un período en Puerto Rico, en el que empezó a entrenar y le sirvió para comprobar que su llave hacia el estrellato podía muy bien estar ahí, Bollettieri se mudó a Florida, donde, gracias al dinero que le proporcionó un tío suyo con conexiones en la Mafia, fundó una academia de tenis pionera en su época, que revolucionó la enseñanza de este deporte. La dureza de sus métodos y su desmedido ego le mantuvieron siempre en el centro de la polémica, aunque los nombres y los resultados de sus pupilos hablan por sí mismos. La película se centra en la tormentosa relación entre Bollettieri y el más aventajado de sus alumnos, Andre Agassi, con quien estableció una relación paterno-filial que terminó de forma abrupta y dolorosa para ambas partes, hasta el punto de que el ganador de ocho torneos del Grand Slam rehusó intervenir en un documental que, no obstante, gira casi siempre alrededor suyo. Agassi fue el hijo díscolo y talentoso, llamado a conseguir la gloria y poseedor de un carácter difícil. Bollettieri le pulió, sacó lo mejor de él (aunque bajó su tutela perdió más finales en grandes torneos de las que ganó) y, cuando el de Las Vegas llegó a la cima, se sintió traicionado y dejó de entrenarle de un día para otro, mediante una carta de cuyo contenido Agassi se enteró por la prensa. La relación se rompió, y esta película tiene mucho de intento (baldío, según se explica al final del film) por recomponerla.
Hombre temperamental, de reacciones viscerales, Bollettieri se justifica a su peculiar manera (es curioso ver que, como todos los ególatras, habla de sí mismo en tercera persona) y se revela como un tipo muy diestro en el arte de la memoria selectiva, lo que provoca algún momento hilarante, como cuando el entrenador confiesa no recordar a algunas de sus ocho esposas. Su vida fue el tenis, y para llegar a la cima ejerció una tiranía sobre todos los que le rodeaban que dejó infinidad de cadáveres por el camino, entre ellos el de otro campeón, Jim Courier, que abandonó a Bollettieri después de que éste se sentara en el palco de Andre Agassi y animara a éste de manera ostensible, siendo entrenador de ambos tenistas. Años más tarde, cuando entrenó a Boris Becker, Bollettieri no tuvo reparos en decirle al alemán que, si quería vencer a Agassi, debía destrozarle moralmente en la pista. La confesión de Becker del método que empleó para conseguirlo en su última victoria en Wimbledon es uno de los mejores momentos de Love means zero.
La película, con una presentación formal impecable, muestra la habilidad de Kohn para llevar al biografiado, que no es precisamente un personaje fácil de manejar, por donde él quiere. Love means zero es un film sobre el precio del éxito en el deporte de élite, que resulta didáctico y entretenido porque, pese a sus muchos defectos, Bollettieri posee carisma. Para mi gusto, sobra un poco de Agassi, pero los aficionados al tenis disfrutarán muchísimo con esta obra, y los profanos en este deporte encontrarán bastantes elementos de interés en su visionado.