Mariano Rajoy ha hecho públicos los nombres y apellidos de sus nuevos ministros y ministresas. Leída la lista, ni frío ni calor, oigan. Ya sé que esos sujetos serán los ejecutores en el resto de España de la sarta de obscenidades impositivo-legislativas que ya estamos sufriendo en Catalunya por obra y gracia de la auténtica sucursal pepera en el país, y quizá de otras reformas todavía peores, pero, o tal vez por eso mismo, saber quiénes serán los nuevos culpables de todo (o los resucitadores de España, según su legión de medios informativos afines) no cambia en nada el paisaje. Frau Merkel dirá, en todo caso. Echándole un poco de humor a la cosa, se agradece el regreso de Arias-Cañete, que se olvidará de esas pijadas medioambientales y se dedicará al solomillo poco hecho, que es lo suyo. Lo que ya no da tanta risa es que en el nuevo Gobierno haya un clon de Aznar (qué grima), de apellido Soria. Pero al menos no vivo en Madrid y en consecuencia no tendré como alcaldesa a Ana Botella, la cuentacuentos. Ya lo ven, siempre se puede empeorar. Sólo una cosa le agradezco a Mariano, antes de que nos acabe de hundir a todos en la miseria, y esta vez hablo más o menos en serio: que se haya pasado por el forro la parida de la paridad. Para algunos es un gobierno de la más rancia derecha; para otros, un Gabinete de maricomplejines. Para mí, son sólo otra banda a la que hay que echar.
Ah, se me olvidaba: por mucho que digan esos rojillos trasnochados, la idea de Rajoy de poner al frente de Economía a un tipo que ocupó un importante cargo en Lehman Brothers es todo un acierto. ¿O acaso alguien va a saber más sobre la crisis que quienes la crearon?