Hace dos noches regresé, después de algunas semanas, a uno de mis mejores descubrimientos barceloneses de este año que termina: el Frankfurt Garcilaso, situado a pocos metros de la estación del metro de Congrés. Se trata de un local con una historia curiosa, pues antiguamente era lugar de reunión de los numerosos aficionados radicales del Barça que pululaban por la zona. Ahora, con nuevo dueño y visitantes más selectos, el amplio catálogo de cervezas de importación y el exquisito trato a la clientela son los dos motivos fundamentales que me hacen visitar el local, descubierto gracias a un amigo que es además un muy buen escritor, Manel Zabala.
No está mal entrar en un bar y saber que vas a poder tomar excelentes cervezas a buen precio y que serás bien tratado, a diferencia de tantos y tantos locales en los que el visitante se siente como si fuera un hongo molesto o como si fuera él quien cobrara por entrar. La carta cervecera está hecha con buen gusto y suele ofrecer frecuentes novedades, así que el jueves pude probar una cerveza estadounidense de muy buena calidad (Brooklyn East India Pale Ale), y la excelente Mikkeller Koppi IPA, cuyo cuerpo y aroma cafetero la convertirán en asidua de mi despensa. La parte culinaria es sencilla (se trata de un frankfurt), pero más que correcta, y la relación calidad-precio es muy buena, cosa por lo demás bastante habitual en esos barrios alejados del furor guiri y las ínfulas fashion. Además, te puedes tomar un gin tonic de Tanqueray Ten bien servido, lo cual no es poca cosa. En fechas muy recientes Carlos, el dueño del local, ha superado un problema médico de extrema gravedad y es de celebrar que hoy pueda contarlo y explicar sus proyectos, y de esperar que podamos seguir durante muchos años hablando de fútbol, libros o cervezas buenas.