THE MUPPET MOVIE. 19679. 93´. Color.
Dirección: James Frawley; Guión: Jerry Juhl y Jack Burns; Dirección de fotografía: Isidore Mankofsky; Montaje: Chris Greenbury; Música: Paul Williams y Kenny Ascher; Diseño de producción: Joel Schiller; Dirección artística: Les Gobruegge; Producción: Jim Henson, para Henson Associates-ITC Films (EE.UU.).
Intérpretes: Jim Henson (Voces de Gustavo, Rowlf, Dr. Teeth, Waldorf, etc.); Frank Oz (Voces de Peggy, Fozzie, Animal, etc.); Jerry Nelson (Voces de Floyd Pepper, Harry, Camilla, etc.); Richard Hunt (Voces de Scooter, Statler, Janice, etc.); Dave Goelz (Voz de Gonzo, Zoot, etc. ); Charles Durning (Doc Hopper); Austin Pendleton (Max); Edgar Bergen (Él mismo/Charlie McCarthy); Milton Berle (Mad Man Mooney); Mel Brooks (Profesor Krassman); James Coburn (Dueño del Café Sleazo); Dom DeLuise (Agente); Orson Welles (Lew Lord); Cloris Leachman (Secretaria de Lord); Elliott Gould (Presentador del concurso de belleza); Bob Hope (Vendedor de helados); Madeline Kahn, Steve Martin, Carol Kane, Richard Pryor, Telly Savalas, Paul Williams, Scott Walker.
Sinopsis: Un agente de Hollywood perdido en el bosque escucha una canción interpretada por la rana Gustavo y le dice que la Meca del cine está llena de oportunidades para los anfibios con talento. Gustavo parte hacia California para intentar triunfar en el mundo del espectáculo.
El éxito televisivo internacional de El show de Los Teleñecos hacía que el salto a la gran pantalla de las criaturas de Jim Henson fuera sólo cuestión de tiempo. La idea de los creadores de este simpático universo de cara al debut cinematográfico de esos muñecos que han alegrado la infancia de generaciones enteras fue empezar por el principio, es decir, contar la historia de Gustavo y compañía desde sus mismos orígenes. La respuesta de la taquilla fue entusiasta, lo que dio lugar a posteriores visitas de Los Teleñecos a las pantallas de cine de todo el mundo.
La realización del proyecto fue encomendada a James Frawley, un director forjado en el mundo de la televisión que tuvo una carrera cinematográfica muy discreta. Frawley es recordado, sobre todo, por haber dirigido la primera aventura fílmica de Los Teleñecos, que comienza con los protagonistas asistiendo a un pase privado de la película, hecho que da lugar al primer chiste de Statler y Waldorf, es decir, los viejos del palco, mis dos Teleñecos favoritos y unos auténticos referentes para mí desde la infancia. La razón de ello se verá clara con la lectura del diálogo que transcribo a continuación:
Statler: Me gusta esta película.
Waldorf: Aún no ha empezado.
Statler: Por eso me gusta.
Hechas las presentaciones, la historia de los Teleñecos comienza con la rana Gustavo cantando una canción en el pantano en el que vive. Hasta allí llega una barca con un cazatalentos de Hollywood que anda perdido por la zona y que, al escuchar al anfibio, le recomienda que vaya a California para triunfar en el mundo del espectáculo. Guiado por sus ganas de hacer feliz a la gente, Gustavo inicia su largo viaje hacia la fama. En un local de mala muerte conoce a Fozzie, un oso cuentachistes con bastante más voluntad que gracia que decide unirse a Gustavo en su travesía. Lo malo para la rana es que su vena artística no pasa desapercibida para un empresario gastronómico especializado en ancas de rana, que pretende que Gustavo sea la imagen de su marca y no se toma demasiado bien el rechazo de éste. Por el camino, siempre perseguidos por el maligno empresario (se nota que, en origen Los Teleñecos pensaban dirigirse al público adulto), Gustavo y Fozzie conocen al peculiar grupo musical del Dr. Teeth y a una coqueta cerdita, Peggy, que acaba de ganar un concurso de belleza y se queda prendada (hasta cierto punto) del anfibio.
La película está concebida como un musical, y ahí radica mi mayor problema con ella: me sobran canciones. Tomadas de una en una están bien, e incluso las hay que tienen mucha gracia (véase la guasa con la que se muestra el almibarado romance entre una rana macho y una cerda), pero en conjunto son demasiadas y rompen el ritmo de una película que, como film de carretera, funciona bastante bien, con diálogos brillantes y la aparición de un sinfín de famosos que aportan su saber hacer a las distintas escenas. Por ejemplo, vemos a buena parte del equipo cómico habitual de Mel Brooks, por entonces en pleno apogeo de su fama. El propio Brooks se reserva el papel de un desquiciado científico alemán que, al servicio del empresario de las ancas de rana, pretende lobotomizar a Gustavo y no lo consigue porque Peggy se pone a imitar a Bruce Lee y asesta una tremenda paliza a los villanos. En general, las abundantes referencias cinematográficas aportan diversión y sanos toques de ironía, y todo da la sensación de estar jocosamente trabajado. Otra pega: que Statler y Waldorf salen muy poco, porque sus intervenciones son antológicas.
A nivel técnico, la película está bien resuelta en lo referente a los efectos especiales y está rodada con oficio, sin grandes alardes pero con buen sentido del ritmo y buen trabajo de montaje en las escenas no musicales (y en parte de las otras).
El padre del invento, Jim Henson, da voz a diversos personajes, empezando por el protagonista, y lo mismo hacen su mano derecha, Frank Oz, y el resto de actores que dan voz a los Teleñecos. Como ya he dicho, la película es rica en apariciones estelares, de las que ya he destacado la de Mel Brooks. Muy bien Charles Durning en el papel de un empresario tan malvado como testarudo, y de las estrellas invitadas me quedo con James Coburn, que interviene en una de las mejores escenas de la película, con una divertida (y alérgica) Cloris Leachman y con la siempre imponente presencia de Orson Welles.
Para quienes durante años nos sentamos frente a la tele para ver a Los Teleñecos, revisitar su primera, y divertida, aventura cinematográfica, supone un sano ejercicio de nostalgia, pues no hay cosa más aburrida que ser adulto todo el tiempo y, qué cojones, esos muñecos siguen siendo graciosos.