APOCALYPSE NOW REDUX. 1979. 202´. Color.
Dirección : Francis Ford Coppola; Guión: John Milius y Francis Ford Coppola, basado en la novela de Joseph Conrad Heart of darkness; Narración: Michael Herr; Director de fotografía : Vittorio Storaro; Montaje : Lisa Fruchtman, Gerald B. Greenberg y Walter Murch, supervisado por Richard Marks; Diseño de producción: Dean Tavoularis; Música: Carmine Coppola, Francis Ford Coppola. Dirección artística: Angelo Graham; Producción: Francis Ford Coppola y Kim Aubry, para American Zoetrope (EE.UU).
Intérpretes: Martin Sheen (Capitán Willard); Marlon Brando (Coronel Kurtz); Robert Duvall (Tte. Coronel Kilgore); Frederic Forrest (Chef); Albert Hall (Jefe); Sam Bottoms (Lance Johnson); Larry Fishburne (Limpio); Dennis Hopper (Fotógrafo); G.D. Spradlin (General Corman); Harrison Ford (Coronel Lucas); Colleen Camp (Miss Mayo); Cynthia Wood (Playmate del año); Christian Marquand (Hubert De Marais); Aurore Clément (Roxanne Sarrault); Scott Glenn, R. Lee Ermey.
Sinopsis: En plena guerra de Vietnam, al capitán Willard se le encomienda una misión secreta: llegar hasta Camboya y eliminar al coronel Kurtz, quien, según los altos mandos, se ha vuelto loco y dispone de un ejército propio en la selva.
Allá por 1976, Francis Ford Coppola, en la cumbre de su poder gracias al éxito de las dos primeras partes de El Padrino, decidió filmar un guión de John Milius que llevaba el esquema argumental y el espíritu del libro de Joseph Conrad El Corazón de las tinieblas a la guerra de Vietnam. En 1979, tras un rodaje interminable en Filipinas en el que hubo de todo (sustitución del protagonista inicialmente contratado -Harvey Keitel-, tifones, problemas económicos, reescrituras continuas del guión, y hasta un infarto sufrido por Martin Sheen), y que ha quedado para la historia gracias al documental Hearts of darkness, de Eleanor Coppola, vio la luz el montaje definitivo del film, de unas dos horas y media de duración. El mundo pudo ver que todo el tiempo transcurrido y todo el dinero invertido en la producción habían merecido la pena, y que el resultado final estaba a la altura de las tremendas ambiciones artísticas de su director.
Los minutos iniciales del film ya son historia del cine: un asesino del Ejército, con rango de capitán, está recluido en una habitación de hotel de Saigón. No tiene nada, ni a nadie, y se dedica a autodestruirse mientras espera que le asignen una misión. Ventiladores que recuerdan a las hélices de los helicópteros, música de The Doors (The end, nada menos), alcohol y sangre… La misión llega. Consiste en eliminar a Kurtz, un destacado militar que un día cortó los lazos que le unían al Ejército (y al mundo), y se internó en la jungla camboyana, construyéndose un refugio en el que se ha convertido en un semidios.
La primera parte del film, el principio del viaje a los infiernos de Willard (porque eso, y no otra cosa, es Apocalypse Now), es puro espectáculo. El capitán estudia el dossier del hombre a quien debe matar mientras una barcaza tripulada por cuatro soldados remonta el río que le ha de llevar hasta él. Coppola dijo que su película no hablaba de Vietnam, sino que era Vietnam: «Éramos demasiada gente, con demasiados medios, y poco a poco, fuimos perdiendo la razón». Pocos terrenos mejores para hablar de la sinrazón humana como la guerra, máxime cuando es una guerra a la americana, con televisión, surf y chicas Playboy. Locura, tinieblas, las de la jungla y las que hay en cada cabeza. Gente que no sabe por qué lucha y que en cambio sabe que cualquier minuto puede ser el último de su vida. Hasta el final de la escena de las chicas Playboy, la película alcanza un nivel de excelencia que sólo está al alcance de un puñado de elegidos. Sólo la escena del bombardeo de los helicópteros al son de la música de Wagner, en la que se utilizó napalm auténtico, es para verla cien veces y seguir con la boca abierta; pero hay muchas más cosas, cosas que, a medida que las va viendo, hacen que Willard cada vez simpatice más con Kurtz. Personajes y momentos inolvidables, pero no olviden: no se nos habla de Vietnam, se nos lleva a Vietnam. Por tanto, llega el momento en que lo que sabemos de aquella guerra queda atrás, y toca internarse en otro mundo, el de la locura y el horror.
«Y poco a poco, fuimos perdiendo la razón». A medida que se acerca el encuentro con Kurtz, la película se hace menos coral (los otros personajes parecen vestidos de los que hay que despojarse para llegar al infierno desnudos, igual que venimos al mundo), más oscura, más alucinada (y alucinógena). También más silenciosa. Las palabras llegan cuando Willard alcanza por fin el poblado de Kurtz, un mundo aparte que bien podría ser lo que hay más allá del Hades. Y son palabras que, como los gestos y las miradas de los personajes que las interpretan, se quedan grabadas en el espectador. Después, el Apocalipsis.
Gran producción de acabado perfecto, arte y espectáculo, acción y reflexión, película para el gran público y film radicalmente personal, todo eso es Apocalypse Now, la obra en la que Francis Ford Coppola llegó a su cénit creativo. La fotografía de Storaro, el trabajo de Tavoularis, la titánica labor de montaje o las interpretaciones están a la altura del genio. Respecto a los actores, Apocalypse Now es la última gran película de algunos (Brando, terrorífico y filosófico Kurtz), la mejor de casi todos los que en ella actuaron (empezando por el excelente protagonista, Martin Sheen), y la más celebrada creación de otros (el Kilgore de Duvall sólo está al alcance de los más grandes actores).
Pero Apocalypse Now no eran sólo dos horas y media de metraje. Se rodó mucho más, y veinte años después del estreno, Coppola decidió lanzar la versión Redux, en la que se añadía una hora de película, aproximadamente. Al respecto, decir que la nueva versión completa más que aporta, pues lo más grande del film está en el metraje original. Con todo, algunas de las catorce escenas añadidas ayudan mucho a explicar mejor lo que ya sabíamos, por ejemplo al personaje de Kilgore, cuya mayor presencia se agradece. La conclusión de la aventura vietnamita de las chicas Playboy es magnífica, y la discutida escena de la plantación francesa es en efecto demasiado larga (en ella se incluyen partes en las que el nivel de la película desciende y son prescindibles, pero hablamos de menos de diez minutos de un total de tres horas y media), si bien la decisión inicial de Coppola, insatisfecho con el ritmo y el trabajo de los actores, de cortar la escena entera, fue demasiado radical, pues hay momentos de gran cine (la llegada del barco a la plantación, por ejemplo), y se explican cosas muy interesantes sobre el colonialismo que no se encuentran en otros lugares de la película. En suma, que la original era perfecta, y que la versión Redux merece la pena. Una y mil veces.