El flamenco, como el jazz, vive una época demasiado agitada en lo que a necrológicas se refiere. Esta semana ha fallecido uno de los mejores guitarristas flamencos de las últimas décadas, Enrique De Melchor, a la edad de 61 años. El tocaor sevillano era hijo de Melchor de Marchena, para muchos el mejor acompañante de los cantaores de toda la historia, y heredó de su padre esa habilidad para que las mejores voces del flamenco requirieran sus servicios y se sintieran cómodas y arropadas con su toque. A esa virtud, que le llevó a acompañar a los más grandes (Camarón, Antonio Mairena, Fosforito, Chano Lobato, Lebrijano, Carmen Linares, José Menese, Enrique Morente o José Mercé), unió un gran talento como solista, tarea en la que destacó desde muy joven y que le llevó a girar por el mundo junto a Paco De Lucía. Hoy, la guitarra flamenca está de luto, pues ha perdido a uno de sus grandes intérpretes, quizá al más infravalorado de todos ellos.
Acompañando a Fosforito:
Por tangos: