THE OLD MAN & THE GUN. 2018. 91´. Color.
Dirección: David Lowery; Guión: David Lowery., basado en un artículo de David Grann publicado en la revista New Yorker; Director de fotografía: Joe Anderson; Montaje: Lisa Zeno Churgin; Música: Daniel Hart; Diseño de producción: Scott Kuzio; Dirección artística: Miles K. Michael; Producción: Robert Redford, Toby Halbrooks, James D. Stern, Bill Holderman, Jeremy Steckler, Dawn Ostroff, James M. Johnston y Anthony Mastromauro, para Endgame Entertainment-Wildwood Enterprises-Condé Nast Publications-Identity Films-Sailor Bear-TSG Entertainment (EE.UU.).
Intérpretes: Robert Redford (Forrest Tucker); Casey Affleck (Detective John Hunt); Sissy Spacek (Jewel); Danny Glover (Teddy); Tom Waits (Waller); Tika Sumpter (Maureen); Keith Carradine (Capitán Calder); Elisabeth Moss (Dorothy); Ari Elizabeth Johnson, Teagan Johnson, Barlow Jacobs, Gene Jones, John David Washington, Augustine Frizzell, Jennifer Joplin, Leah Roberts, Robert Longstreet, Todd Terry.
Sinopsis: Un veterano atracador de bancos, de modales exquisitos, es perseguido junto con su banda por un oficial de policía de Texas.
The old man & the gun vino precedida por la impagable publicidad que le suponía ser la última película que iba a protagonizar Robert Redford como actor. De llevar a la pantalla ese testamento fílmico se encargó un cineasta, David Lowery, al que se había perdido bastante la pista desde En un lugar sin ley, su film más conocido hasta el momento. La obra resultante obtuvo el beneplácito casi unánime de los críticos profesionales, aunque la acogida popular ya fue más desigual.
Dados los precedentes, casi resulta innecesario decir que toda la película gira alrededor de Redford, un intérprete que debe buena parte de su gloria a un puñado de personajes que tienen en común el hecho de tener un gran corazón pese a estar situados al margen de la ley. Que aquí el veterano actor se esfuerce en revivir el mito dando vida a un anciano atracador de bancos dotado de un indudable carisma pone, como poco, todas las cartas sobre la mesa: The old man & the gun es un ejercicio de nostalgia en toda regla. Que su Forrest Tucker esté basado en una persona real, cuyas mayores habilidades eran atracar bancos sin recurrir a la violencia y escaparse de las prisiones en las que le confinaban, no deja de ser un pretexto para que una de las pocas estrellas de la última época dorada del cine que todavía siguen en pie se despida del público haciendo lo que mejor sabe. Y eso está bien, aunque contemplar el avejentado rostro de quien fue uno de los guapos oficiales de Hollywood deja un poso amargo respecto a los estragos que ocasiona el paso del tiempo. Aunque el film, que narra con un estilo chapado a la antigua las andanzas del veterano atracador, de sus compinches y del oficial de policía que va tras su pista, tiene toques de humor, lo cierto es que huye de la autoparodia y adopta un tono marcadamente crepuscular. Considero que Lowery, consciente de que la película está concebida como vehículo para el lucimiento de su protagonista, demuestra oficio en la puesta en escena, aunque en los diálogos entre los personajes no salgamos apenas del plano-contraplano y que, en su faceta de guionista, cabe achacarle defectos significativos, como por ejemplo que la relación entre Tucker y el detective Hunt se modifique de un modo bastante arbitrario. Dicho esto, creo que se abusa de los primeros planos, cuya intención narrativa a veces se me escapa. Otras escenas, como por ejemplo aquella en la que Tucker y su banda preparan su mayor golpe desde una azotea, están resueltas con muy buen estilo.
He de añadir que la película es, como la nostalgia, tramposa, porque lo mismo que el cerebro, al recordar el pasado, tiende a priorizar lo positivo, The old man & the gun sólo se dedica a hablar de lo bueno. Incluso el protagonista tiene tiempo de vivir un romance otoñal, que en mi opinión sería prescindible de no ser por una circunstancia a la que aludiré más adelante. Todo eso está muy bien, pero poco se dice en la narración de la decadencia, la enfermedad o la cercanía de la muerte. Es una opción, pero resta autenticidad al conjunto. Eso sí, hay una moraleja que comparto: la gente no cambia. Un último detalle: uno de los aspectos más logrados de ese tono deliberadamente retro que tiene toda la película es la banda sonora de Daniel Hart: en música, ese tiempo pasado sí fue mejor.
Siempre he pensado que Robert Redford ha sido más una gran estrella que un pura sangre de la interpretación, por mucho que vaya sobrado de carisma y de que a lo largo de su trayectoria encontremos varios trabajos de mucho mérito. Aquí pisa terreno muy conocido, y la verdad es que, a pesar de que la edad no perdona, lo pisa con garbo. Sin embargo, y aquí viene la circunstancia a la que antes aludía, quien se lleva a su terreno cada escena en la que interviene es esa excelente actriz llamada Sissy Spacek. Sus maneras serenas y su adecuada gestualidad engrandecen la película. Casey Affleck, que es bastante mejor actor que su hermano (lo que tampoco es muy difícil) luce de nuevo esa expresión de tipo que se acaba de levantar que resulta más apropiada en otros roles que en el de tenaz oficial de policía. Como secuaces del protagonista encontramos a dos veteranos de buen nivel y estilos interpretativos opuestos, Danny Glover y Tom Waits, y también hay roles episódicos para otro clásico como Keith Carradine y para la televisiva Elizabeth Moss, que da rostro al breve esbozo del perfil menos amable del protagonista.
Mitad testamento y mitad retorno al pasado, a la despedida como actor de Robert Redford quizá le sobre homenaje y le falte una pizca de ambición, pero deja un agradable sabor de boca a quienes hemos disfrutado de un cine que todavía era grande.