Más allá del hecho propiamente dicho, el cierre del diario Público, del que he sido lector ocasional, es una mala noticia en un país en el que la calidad democrática está bajo mínimos (no sólo en Valencia), y la libertad de prensa en su punto más bajo desde la muerte de Franco. Hace años que el acceso masivo a las nuevas tecnologías y a un amplio abanico de nuevos canales de información ha provocado un terremoto en el mundo de los medios de comunicación audiovisuales, y en especial en el de la prensa escrita. Como ha dicho el jefe de Mediapro, caerán más periódicos, en especial en un país en el que la lectura en general, y la de la prensa de pago en particular, nunca han sido plato de gran consumo. Sorprende, eso sí, que la prensa de derechas (incluso la de ultraderecha, como ésa a la que el Fútbol Club Barcelona, con muy buen criterio, ha decidido dejar de tolerar) capee con más éxito el temporal estando más dividida y teniendo menos difusión que la progresista, pero ya se sabe, Spain is different.