THE FIGHTER. 2010. 114´. Color.
Dirección : David O. Russell; Guión: Scott Silver, Paul Tamasy y Eric Johnson, basado en un argumento de Paul Tamasy, Eric Johnson y Keith Dorrington; Dirección de fotografía: Hoyte Van Hoytema; Montaje: Pamela Martin; Música: Michael Brook; Diseño de producción: Judy Becker; Dirección artística: Laurie Ballinger Gardner; Producción: David Hoberman, Paul Tamasy, Eric Johnson, Mark Wahlberg, Dorothy Aufiero, Todd Lieberman y Ryan Kavanaugh, para The Weinstein Company-Relativity Media-Closest to the Hole Productions (EE.UU.)
Intérpretes: Mark Wahlberg (Micky Ward); Christian Bale (Dicky Eklund); Amy Adams (Charlene); Melissa Leo (Alice Ward); Mickey O´Keefe (Él mismo); Jack McGee (George Ward); Melissa McMeekin (Alice Ward, hija); Bianca Hunter (Cathy Eklund); Erica McDermott (Cindy Eklund); Jill Quigg (Donna Eklund); Frank Renzulli (Sal Lanano); Sean Malone, Dendrie Taylor, Kate B. O´Brien, Jenna Lamia, Paul Campbell, Caitlyn Dwyer, Chanty Sok, Sugar Ray Leonard, Sean Eklund, Anthony Molinari, Dicky Eklund, Micky Ward.
Sinopsis: En un suburbio castigado por la crisis de la industria, Dicky Ward fue un púgil de alto nivel cuya carrera se frustró por su drogadicción. Ahora, su hermanastro Micky sigue sus pasos y busca el éxito en el ring.
El film que hizo despegar la carrera como realizador de David O. Russell, y para muchos el mejor de cuantos ha dirigido hasta el día de hoy, fue The Fighter, drama pugilístico que se alzó con dos Óscars y fue nominado a otras cinco categorías de los premios de la Academia de Hollywood. Fuera de los Estados Unidos, los elogios a la película no fueron tan entusiastas, pero pocos dejaron de incluirla en sus listas de mejores productos de la cosecha cinematográfica de 2010.
Nos encontramos con una obra, basada en hechos reales, que trata temas muy del gusto del público estadounidense, como el triunfo logrado a fuerza de luchar contra las adversidades o la redención de una estrella convertida en juguete roto. Utilizando como pretexto la realización de un documental sobre un boxeador que en tiempos fue capaz de derrotar sobre el cuadrilátero al mismísimo Sugar Ray Leonard antes de echar a perder su carrera, la película describe la existencia de la peculiar familia Eklund/Ward, gobernada de manera estricta por Alice, la matriarca del clan. A su sombra pululan su hijo predilecto, que no es otro que ese boxeador descarriado que fantasea con regresar a los cuadriláteros; Micky, el hermano menor de éste, un esforzado púgil que también idolatra al ídolo familiar, quien al tiempo es su entrenador en el gimnasio, un marido relegado que intenta poner algo de cordura en el conjunto y un puñado de hijas solteras que actúan a modo de guardia pretoriana de la matriarca. Este peculiar clan vive en Lowell, un suburbio castigado por la desindustrialización, e intenta, a su peculiar manera, amparar la trayectoria boxística de Micky, un tipo callado y nada conflictivo que acepta sin rechistar los consejos de su hermano y, sobre todo, las órdenes de su madre, que también ejerce como su representante. Una serie de reveses, y en especial la aparición en escena de Charlene, una camarera de la que se enamora, hacen que Micky reaccione e intente triunfar en el ring sin el apoyo/yugo familiar.
Al margen de que la película recree hechos reales, uno diría que David O. Russell ha visto Rocky docenas de veces, porque su película es deudora de aquel gran éxito de los 70. La paradoja es que a Russell le ha quedado un film menos auténtico que su referente, y ello porque, en el tramo final, a su obra se le notan demasiado sus costuras hollywoodienses. Hasta entonces, creo que la película es bastante buena, al narrar el descenso a los infiernos de quien un día fue el orgullo de Lowell, y al describir el particular universo de la familia protagonista, que rezuma toxicidad, y la reacción del clan cuando aparece una intrusa (Charlene) que intenta modificar el hasta entonces indiscutido statu quo. Hasta entonces, el mayor pero que se le puede poner al trabajo de Russell, dejando aparte su deseo de hacerse notar en la puesta en escena, es su abuso del videoclip insertado, ese recurso utilizado hasta la saciedad en películas y series que consiste en mostrar un aspecto que hace avanzar la historia sin utilizar las palabras y al ritmo de una canción elegida cuidadosamente para poner en situación al espectador. En menos de dos horas de metraje, Russell usa ese truco más de la cuenta, y con resultados desiguales. No seré yo quien se queje por escuchar clásicos de los Stones, Led Zeppelin o Whitesnake, pero no siempre estos paréntesis funcionan como es debido. Sin embargo, en sus tres cuartas partes, la película, muy bien iluminada, es el poderoso drama que pretende, e incluso el esporádico contrapunto que suponen algunos toques cómicos le sienta bien al film. Dicho esto, en cuanto Dicky Eklund sale de la cárcel, la película pìerde fuelle y se vuelve tópica y blanda, sólo salvada por la fuerza que tienen las escenas que recrean las peleas disputadas por Micky.
Quizá la frustración que muestra el personaje interpretado por Mark Wahlberg en un determinado momento de la película, al sentirse oscurecido por su hermano mayor incluso en vísperas de su combate más decisivo, refleja la del propio actor al ver que otros miembros del reparto se adueñaban de un film que él había contribuido mucho a impulsar. Wahlberg se esfuerza mucho en lograr una interpretación convincente, pero es un actor discreto que en The Fighter se ve arrasado por los espectaculares trabajos de Christian Bale y una Melissa Leo que consigue la mejor interpretación de su carrera. Ambos hacen una magnífica demostración de talento en todas y cada una de las escenas en las que intervienen, y hacen que las que comparten Wahlberg y Amy Adams, una gran actriz, parezcan más flojas. Jack McGee está soberbio, con lo que Wahlberg acaba siendo el eslabón más débil de cuantos encabezan el cartel. Hay que mencionar que Mickey O´Keefe, que estuvo en primera línea en la historia real, se interpreta a sí mismo en la película, en la que también se dejan ver varias de las personas que la inspiraron.
La impresión que deja el visionado de The Fighter es que, en su afán por acaparar premios y darle al público un mensaje positivo, Russell estropea su mejor película. No hasta el punto de destrozarla, pero sí hasta el de impedirle figurar en el selecto panteón de los mejores films inspirados en el boxeo.