THE BABADOOK. 2014. 94´. Color.
Dirección: Jennifer Kent; Guión: Jennifer Kent; Dirección de fotografía: Radek Ladczuk; Montaje: Simon Njoo; Diseño de producción: Alex Holmes; Música: Jed Kurzel; Dirección artística: Karen Hannaford y Alex Holmes; Producción: Kristian Moliere y Kristina Ceyton, para Causeway Films-Screen Australia (Australia).
Intérpretes: Essie Davis (Amelia); Noah Wiseman (Samuel); Hayley McElhinney (Claire); Daniel Henshall (Robbie); Barabra West (Mrs. Roach); Ben Winspear (Oskar); Chloe Hurn, Jacqy Phillips, Bridget Walters, Tony Mack, Cathy Adamek, Tim Purcell.
Sinopsis: El hijo de una viuda vive aterrorizado por su miedo a encontrar monstruos en su habitación. Cuando su madre le lee un relato infantil, el niño identifica al personaje de dicho cuento con el monstruo con el que sueña.
Desde Australia llegó un soplo de aire fresco para el cine de terror contemporáneo, en el que la oferta es bastante superior a la calidad, gracias a la debutante Jennifer Kent, que con Babadook facturó una película de culto que conquistó, entre otros, al público del festival de Sitges. Se trata de una vuelta de tuerca moderna a un motivo clásico del género, como son los monstruos de pesadilla.
Jennifer Kent se distancia de todos aquellos cineastas que, incapaces de provocar miedo en el público, se conforman con darle asco a fuerza de acumular sangre, vísceras y macabras torturas que, de todas formas, ya surgieron de la privilegiada mente del Marqués de Sade hace varios siglos. Babadook es una de esas películas que confirman que el terror psicológico es uno de los más eficaces, por la sencilla razón de que miedos, todos tenemos unos cuantos, y algunos de ellos los llevamos con nosotros desde la infancia. Después está la desgracia, de la que nadie puede considerarse libre. La familia que forman Amelia y Samuel reúne todo eso: el padre murió de un accidente mientras llevaba a la mujer al hospital para que diera a luz al hijo de ambos. Seis años más tarde, ese niño vive traumatizado por la amenaza de un monstruo que, aunque a ojos del resto del mundo sólo se encuentra en su cerebro, para él es una realidad que convierte sus sueños en pesadillas. Su madre, que trabaja en un geriátrico, lidia como puede con los comportamientos cada vez más extraños y agresivos de su hijo, hasta que empieza a comprender que tal vez ese monstruo no sea sólo un producto de las fantasías del niño.
La ópera prima de Jennifer Kent hace un viaje que nos lleva desde los films de malvados infantes de apariencia angelical hasta un universo de terror entre cuatro paredes que remite a El resplandor, película a la que Babadook va pareciéndose más a medida que se aproxima su desenlace. Como en el film de Kubrick, los monstruos están dentro, y son las circunstancias las que propician su salida al exterior. A medida que Amelia pierde (o rompe) sus ya de por sí endebles lazos con el mundo exterior (la amistad con Robbie, un compañero de trabajo, los encuentros con su hermana Claire, cada vez más esporádicos por el creciente rechazo que ella siente hacia el hijo de Amelia, la ayuda mutua que se presta con su anciana vecina, la señora Roach), la vida en el hogar familiar se asemeja cada vez más a un infierno del que la única salida parece ser la tragedia, porque esa criatura maligna que habita en el cuento infantil no va a marcharse sin conseguir lo que quiere.
La directora sabe lo que tiene entre manos, dosifica con tino la tensión, conseguida a partir de muy pocos elementos mezclados con sabiduría, suministra la información sin hacer demasiadas trampas ni concesiones al tópico, tiene el detalle de recurrir con mesura al manido truco de utilizar la música para acentuar los sustos y logra lo que se propone, que no es otra cosa que ofrecer al público una película que dé miedo. El progresivo desquiciamiento de Amelia, incapaz primero de poner coto a las monstruosas fantasías de su hijo, y más tarde prisionera de ellas, se muestra a partir del insomnio y adopta la forma de un enemigo que está muy presente en nuestra sociedad y es cada vez más poderoso. Al final, es Samuel quien tiene miedo de su madre, no al revés, y con ello, Jennifer Kent deja claramente expuesto cuál es el tema de fondo de su película. El ritmo es ágil, la narración está llevada con una firmeza impropia de una neófita, y el montaje es de lo más eficaz. Al margen de la señalada influencia de Kubrick, son perceptibles las huellas del expresionismo en la estética del film, especialmente en su tramo final, e incluso hay un guiño expreso al padre de la ciencia-ficción cinematográfica, Georges Méliès.
Nada sería lo mismo en Babadook sin la magnífica interpretación de Essie Davis, que es capaz de transmitir de manera admirable la metamorfosis de su personaje, que al principio se muestra como un modelo de bondad enfrentado a las adversidades de la vida, para más tarde ir mostrando síntomas inequívocos de pérdida de la estabilidad mental. El niño Noah Wiseman, que sólo había participado hasta entonces en un cortometraje, sigue con eficacia el juego de la directora y muestra de una forma convincente los miedos que atenazan a su personaje. Ellos dos son la película, en la que los actores secundarios cumplen sin más, a nivel interpretativo.
Excelente debut de Jennifer Kent. Babadook es una notable película de terror, de las mejores que uno ha visto en años. En ella hay estilo e imaginación, además de discurso. Los monstruos existen… dentro de cada uno de nosotros.