INCREDIBLES 2. 2018. 118´. Color.
Dirección: Brad Bird; Guión: Brad Bird; Dirección de fotografía: Mahyar Abousaeedi y Erik Smitt; Montaje: Stephen Schaffer; Música: Michael Giacchino; Diseño de producción: Ralph Eggleston; Dirección artística: Josh Holtsclaw; Producción: John Walker y Nicole Paradis Grindle, para Pixar Studios-Walt Disney Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Craig T. Nelson (Voz de Mr. Increíble); Holly Hunter (Voz de Elastigirl); Samuel L. Jackson (Voz de Frozone); Catherine Keener (Voz de Evelyn Deavor); Huckleberry Milner (Voz de Dash); Sarah Vowell (Voz de Violet); Bob Odenkirk (Voz de Winston Deavor); Brad Bird (Voz de Edna); Eli Fucile (Voz de Jack-Jack); Michael Bird (Voz de Tony Rydinger); Isabella Rossellini (Voz de la embajadora); Sophia Bush, Phil LaMarr, Adam Gates, John Ratzenberger, Jonathan Banks, Barry Bostwick, Paul Eiding, Kimberly Adair Clark.
Sinopsis: Los superhéroes han sido declarados ilegales, pero Winston Deavor, un multimillonario defensor de su causa, ofrece a Elastigirl liderar una campaña para lograr que sean legalizados de nuevo.
Cuando en los estudios Pixar, ya instalados desde tiempo atrás en la vorágine de la producción de secuelas de sus clásicos, decidieron rodar una segunda parte de Los increíbles, el proyecto fue encargado al guionista y director de la primera entrega, Brad Bird, que regresaba a la factoría tras dos filmes de acción real algo irregulares. La película fue un rotundo éxito de taquilla, aunque son pocos los críticos y aficionados que la sitúan entre los mejores films del estudio.
No es exagerado decir, con todo lo que ello supone, que Los Increíbles 2 es, por lo que se refiere a los apartados técnicos, la mejor película que han producido los estudios Pixar. La verdad, se agotan los adjetivos para describir el grado de perfección que alcanza esta obra a nivel visual, un gran espectáculo con mayúsculas incluso visto en pantalla pequeña, Ahora bien, hasta la entrada en escena del Raptapantallas, la película, en su conjunto, huele a decepción. El prólogo es tan deslumbrante como vacío de contenido, y lo que Bird nos ofrece en ese punto es un film animado de superhéroes, y confieso que ese género hoy tan de moda me aburre bastante. El director se mantiene bastante fiel a la primera entrega, aunque algunas de las novedades introducidas, como el romance adolescente de Violet, no aportan demasiado. Es más, diría que los elementos de comedia familiar que contiene la película son bastante fallidos y que, hasta cierto punto, se elogia a los padres (a las madres, para ser más exactos: el signo de los tiempos) mientras se les vende un mundo que ya no les pertenece. No aparecen virtudes que no estuvieran ya presentes en la primera parte, y éstas ya las conocíamos, por lo que en la primera mitad de la película no queda lejana la sensación de fiasco. Ocurre, eso sí, que Brad Bird es un muy buen director de cine cuando se pone serio, y en cuanto aparece un villano de entidad (el memorable discurso del Raptapantallas al interrumpir la entrevista televisiva a Elastigirl, la gran protagonista de una película con una decidida -y a ratos forzada- voluntad de moverse en clave femenina, marca el antes y el después), y asistimos al recital de superpoderes del bebé Jack-Jack, la cosa remonta hasta colmar las altas expectativas de cualquier aficionado de esa fábrica de sueños que es Pixar… y hasta hacernos olvidar que la trama sigue siendo endeble. El Brad Bird director supera con creces al guionista, lastrado por su tendencia al sexismo inverso e incapaz de darle a varios buenos personajes una trama verdaderamente sólida para desenvolverse. Añado que las escenas de acción son repetitivas, y que la única de ellas cuya potencia es indiscutible es la última.
Lo realmente interesante de esta película, y lo mismo pasaba con su antecesora, es la reflexión sobre cómo la sociedad ahoga a las personas extraordinarias, aquí representadas por una familia de superhéroes obligada a ser normal, signifique eso lo que signifique. Aquí, se esbozan apuntes sobre el control a los individuos mediante la tecnología con el fin de idiotizarlos, aunque el guión, de nuevo, no proporciona las mejores armas para esta pelea. Ojalá, al escribir el libreto, Bird hubiera estado tan lúcido como lo estuvo Michael Giacchino al componer la banda sonora.
Muchos actores repiten los papeles que ya interpretaran en la primera parte. De ellos, sobresale una Holly Hunter con un rol mucho más relevante que en el film anterior, aunque son dos recién llegados, Bob Odenkirk y, en especial, Catherine Keener, quienes alcanzan cotas más altas. Que los personajes masculinos que repiten sean presentados de un modo más simplista no ayuda a los actores que los interpretan, aunque Craig T. Nelson y Samuel L. Jackson aportan solvencia. Los adolescentes, correctos, aunque hay que decir que, bien mirado, el peso del personaje de Dash en la película es casi nulo, y poco puede hacer ahí un actor. En cambio, el propio Brad Bird sí consigue lucir interpretando de nuevo a Edna.
Como ya he señalado con anterioridad, en Los increíbles 2, Brad Bird hace como sus protagonistas y evita que la película descarrile, pero a ratos, especialmente en su primera mitad, esta fascinante película para la vista se acerca demasiado al abismo. Tan entretenida como olvidable, esta segunda aparición de la familia de superhéroes podría ser mejor. En esta línea, creo que la saga no da para más.