El fiasco de Bankia no lo pagarán quienes sacaron de la presidencia de la entidad (entonces Cajamadrid) a Miguel Blesa por motivos espurios, ni quienes compartieron dispendios y prebendas a cambio de silencios culpables. Tampoco quienes tuvieron la luminosa idea de absorber Bancaja, paradigma de gestión desastrosa equiparable a las CAM, CCM y demás desgracias, todas gestionadas por enchufados y políticos mediocres. Lo pagaremos nosotros, así que, ya puestos, el precio a pagar por los 10.000 millones de la fiesta debería ser la completa nacionalización de la entidad. Lo demás, es otra estafa.